V

541 55 24
                                    

Había trascurrido un mes y medio desde la última vez que se vieron, cada uno continuó con su vida normal, a excepción de que ahora tenían una persona especial en sus vidas. Hablaban una vez por semana por teléfono, al comienzo se escribían mensajes, pero muchas veces no respondían, así que prefirieron comunicarse solo por llamada. A medida que pasaba el tiempo, ellos se enamoraban más y estaban más que seguros que por fin habían conocido a su alma gemela.

- Mi querida Mía ¿Qué tal tus vacaciones?

- ¡Hola, Steve! Las de hace un mes, estuvieron geniales- se burló.

- Se nota que la pasaste bien. Yo fui a Boston, allí viven unos familiares de mamá. Nos quedamos en una casa de campo.

- Eso suena bien. ¿Qué turno tienes?

- Stephen me ha dejado el mismo, supongo que a ti igual.

- Sí.

- Oye Mía.

- ¿SÍ?

- ¿Cuándo aceptaras mi cita? - la observó coqueto.

- Yo, no puedo. He estado ocupada con unos asuntos familiares y no puedo, lo lamento.

- Oh, claro, entiendo.

- Lo lamento.

- Descuida, cuando puedas me avisas.

- Ok.

Ella se giró a la columna de cafés, tomó dos tasas y se dispuso a prepararlas. Un hombre los llamó, tratando de buscar su atención.

- Oye, disculpa.

- ¿Sí? - contestó su amigo.

- Le habló a la chica.

- ¿Qué tiene que yo lo atienda? - se molestó.

- Nada, pero prefiero que lo haga ella, siento molestarte.

- Pues no se podrá, lo atenderé yo ¿Qué quiere?

- Amigo ¿Qué ocurre contigo? Solo deseo que me atienda la chica y tú te molestas por ello.

- ¡Oiga, ya basta, le he dicho que ...!

- Ya, tranquilo, yo lo atiendo- la chica se giró y quedó totalmente anonadada al ver de quién se trataba.

- Mía.

- ¿Barry?

La chica salió hasta donde se encontraba, no podía hablar, su corazón estaba a mil.

- ¿Cómo estás, hermosa?- se acercó a ella y le brindó un beso en sus labios.

- ¡Oye, qué crees que haces! Despegate de ella, ahora mismo o si no llamaré a seguridad.

- ¡Ya basta, Steve! Déjalo en paz.

- ¡Te ha besado! ¿Cómo lo puedes defender?

- Yo lo conozco- musitó.

- ¡¿Tienes novio?!

- Algo así- lo observó.

- A la mierda.

El chico se quitó su bata y la arrojó con fuerza al suelo. Caminó hasta la salida tomando sus objetos personales.

- ¿A dónde crees que vas?

- A cualquier lugar.

- Estás de turno, no puedes irte.

- Pues lo haré y me vale tres mierdas tu opinión.

Mistakes- Barry KeoghanWhere stories live. Discover now