Llego a su despacho y por las ventanas de cristal puedo verla, doy un suave toque y ella levanta l vista de unos papeles y se levanta para recibirme.

—Buenos días —digo con el intento de una sonrisa

—Entra y siéntate por favor —obedezco y ella regresa a su sitio —Disculpa que te moleste nuevamente pero tras analizar las cámaras de seguridad pudimos seguir el rastro de los asesinos y capturarlos, hasta ahora no han dicho una palabra, sin duda este caso está relacionado con el tuyo porque los hombres que alquilaron la camioneta son de tu país, con un historial criminal bastante interesante, además de entrar a España de manera ilegal y documentos falsos —Mi corazón se acelera con cada palabra que escucho, todo este tiempo he sabido que venían detrás de mí peor tenía la esperanza de que mi persecutor fuera Rebecca y no el hombre de mis pesadillas.

—¿Están seguros de todo esto? —pregunto nerviosa

—Así es, necesito que los veas por si reconoces a alguno, hasta el momento no ha aparecido el arma homicida y sin ella no podemos demostrar que ellos son los asesinos

—Pero el auto está alquilado a nombre de ellos

—Sí, pero su abogado es uno de los mejores y más caros, estamos seguros de que alegarán que el auto fue robado y solo podremos acusarlos de entrar ilegales al país usando documentos falsos.

—Muy bien, haré lo que sea necesario para ayudar

—Entonces sígueme —se levanta y yo la imito, ambas salimos de su oficina y caminamos hacia una habitación que al inicio está totalmente oscura pero que tras unos minutos veo que es realmente en su interior —Esta es la rueda de reconocimiento —la habitación es pequeña y tiene un vidrio oscuro —del otro lado verás a varias personas, puedes estar tranquila porque es un vidrio de doble cara, tú los ves a ellos pero no al revés, el otro lado es un espejo —me limito a asentir y solo la observo teclear algo en su teléfono y ambas permanecemos en silencio —. Mi compañero lo está preparando todo, tu solo fíjate bien en sus rostros quizás alguno de esos hombres te parezcan conocidos de algo

—Está bien —al otro lado del vidrio que se encontraba oscuro, se enciende una luz blanca y luego poco a poco pasan cuatro hombres, cada uno lleva un cartón en sus manos con un número para identificarlos.

Mis manos se vuelven sudorosas por el nervio y lentamente doy un paso adelante, me limpio el sudor en la tela de mi pantalón y observo al hombre de la derecha, que es el primero de los cuatro que están al otro lado. Es joven, incluso más que yo, tiene un rostro hermoso y siento lástima por él, por haber acabado aquí, no necesito fijarme mucho en él porque sin duda sé que es la primera vez que lo veo. Paso al segundo y esta vez tengo en frente a un hombre cuarentón de cabello negro con una mirada endurecida, tiene arrugas y bolsas alrededor de sus ojos y sus ojos son tan negros como su pelo, tiene un tatuaje en forma de estrella en el cuello y lo que me sorprende no es que lo tenga sino lo que eso significa, conozco muy bien cómo termina ese diseño.

—¿Inspectora? —digo en tono bajo, ella se acerca a mi hasta quedar a mi lado —El segundo hombre, tiene un tatuaje en el cuello —ella lo mira como si recién ahora lo notara —cree que puedan mostrarlo completo

—Claro que sí —nuevamente teclea algo en su teléfono y se ve a un oficial que entra y le pide a todos que se pongan e lado, quedando a la vista el tatuaje en su totalidad, dejo escapar un suspiro por la sorpresa, y llevo una mano a mis labios, porque a pesar de todas las pintas, de todo lo que ha ocurrido a pesar de todo en mi albergaba la esperanza de que el no estuviera detrás de mí nuevamente. —¿Lo reconoces?

—Sí, ese tatuaje en forma de estrella que tiene siete puntas y tal parece que tiene otra más pequeña en el centro es el símbolo de una organización criminal de Colombia

—¿Reconoces alguno de los otros hombres? —Vuelvo mi mirada al frente y todos se encuentran nuevamente frente a mí, miro al tercer chico, que es un rubio de ojos color miel, con un cuerpo muy formado y la pena por ver gente tan joven arruinando sus vidas, regresa a mí, pero para mi suerte no sé quién y jamás lo había visto, camino a un lado para colocarme justo frente al cuarto y último hombre y al levantar la vista y ver esos ojos oscuros, ese rostro envejecido y las canas que se aprecian en el pelo me quedo paralizada ante mis recuerdos, porque sin duda sé quién es, sin duda lo he visto antes, pero no recuerdo donde. Observo su cuello y no hay marca de tatuaje, y aunque eso me tranquiliza ese susto y salto en el estomagó aún está ahí recordándome que mi vida está en peligro cada minuto que permito que mi demonios tengan poder sobre mi vida —Abigail estás bien, te estás poniendo pálida —La inspectora se acerca a mi lado y me toma de un brazo de manera delicada —. ¿Sabes quién es este hombre? —No respondo, hago un viaje por mis recuerdos de años atrás y a pesar de que el infierno que viví duro solo cuatro horas para mi cada minuto era equivalente a un año de vida, cada toque, cada golpe, cada lágrima que solté, cada rastro del dolor que se llevó un aparte inocente que había en mí, revivo todo esto en mi mente y no lo encuentro pero sé que lo he visto antes, solo debo recordar —Abigail

—No lo sé, me parece conocido solo no recuerdo de dónde

—Muy bien, hora de irse, ya has tenido suficiente por hoy —Me toma de una mano y me lleva hasta la salida.

Lluvia de BesosWhere stories live. Discover now