Creo que Valeria al final terminó despreciando todo lo que yo representaba. Esto es lo que más detesto. Ya ni siquiera lee mi diario, lo que significa que ya para ella estoy muerto. Morir, siempre morir. Ojalá estuviera muerto. No me atrevo al suicidio, pero cada vez que veo el espejo no me noto vivo; ese no soy yo. Ayer me di por vencido, de hecho. Me di cuenta que un cambio de rutina no lo puedo lograr solo. No me basto yo solo, de ninguna manera. Nunca me voy a bastar. Estoy comenzando este nuevo diario porque se le acabaron las hojas al otro. Casi en la misma situación que cuando comencé el anterior hace ya 5 años: sin novia y con la urgencia de una, deprimido, mirando películas solo, sin celular y leyendo un novelita francesa, que nunca me dejarán de encantar. El año se termina, lento, día tras día. Realmente no existo si no me ves. Realmente no existo si no me tocas. Realmente no existo si no me hablas. Realmente no existo si no me amas. No parece, pero es difícil esta vida que yo llevo. Es muy complicada, terriblemente complicada. Creo firmemente que sería una maldición para cualquier persona ser yo, casi como ser un leproso. La gente se ahuyenta cuando me ve. No sé, estoy cansado de mí mismo. Quizá debería matarme y ya, sin dramas, ninguna cartita de despedida, ningún adiós, ningún aviso, ninguna lágrima, ningún preocuparme por lo que vaya a sufrir mi madre, mi familia; solo hastío, cansancio, agotamiento, pesadez, como si fuera a dormir para siempre, liberarme de verme, de tolerarme, hacerme etéreo, desaparecer. La vida me duele y no sé si me vaya a doler siempre. Yo no puedo engañarme como lo hace el resto. Las frases motivadoras no las entiendo, las palabras de aliento no me alcanzan, el futuro no me parece esperanzador y yo ni siquiera soy un héroe de novela francesa, solo un burdo endeble y asqueroso monstruo. Ojalá fuera Julien, Fabrice, Rastignak o Lucien. Ojalá sólo existiera dentro de una novelita francesa y me leyera un despreciable desdichado queriendo ser como soy yo: un héroe.
