—Agotadora —le respondo, abrazándola brevemente mientras ella asiente con empatía. Lo que me encanta de Savana es que no tolera tonterías de nadie. Va directo al grano, preguntando aquello que considera importante y dando su opinión con honestidad. Siempre ha sido así, y es por ello que aprecio tanto su punto de vista en todo lo que considero valioso en mi vida. Y vaya si tengo una bomba para ella atorada en mi pecho, esperando explotar ni bien me acomode en la silla de hierro que tengo enfrente.

—Apuesto a que Elena te está haciendo la vida imposible —me dice, dejando escapar una risita entrecortada —. Ella y sus preguntas con doble sentido.

—La verdad es que sí. Juro que a esta mujer no se le escapa nada. Me hace tomar conciencia de cada una de las cagadas que he cometido en estos años. Y Sav... Son un montón.

Mi hermana abre la boca para retrucar lo que acabo de decir con la determinación dilatando sus pupilas, pero se acerca el mozo y termina ordenando dos capuchinos con medialunas, sabiendo muy bien cuáles son mis favoritas, dicho sea de paso.

—Noah...

—No, no. Déjame que termine, por favor. Cada visita a su consultorio, significa una rotura más de la cual soy consciente. Y esas también son demasiadas, hermanita.

—No digas eso, Nono. Tú no estás roto —Baja la vista. Y aunque lucha por detenerlas, dos lágrimas gruesas corren por sus mejillas.

Hay tanta congoja en sus palabras que me arrepiento de haberle dicho lo anterior. Tomo su mano con delicadeza, y ella no demora en apretármela con fuerza.

—Sav, no me gusta hacerte daño. Hablemos de otra cosa.

—No. No digas pavadas. Quiero saberlo todo. Explícame por qué piensas eso.

—¿Qué cosa? —le pregunto, haciéndome el tonto, cosa que logra unos cuantos resoplidos de su parte.

—Ya sabes —Suspira profundo, como si le costara enunciar lo que sigue —. ¿Qué te hace creer que estás roto?

—M-me di por vencido en ese océano, sis. ¿Por qué? Ni idea. Pero es la verdad. Eso es lo que pasó.

Savana jadea con mis últimas palabras, tratando de disimularlo con un largo sorbo de humeante café. Le doy su tiempo, sé que lo necesita. Mientras tanto, devoro tres medialunas al hilo, cual lobo hambriento, logrando otra sonrisa de su parte. Ella detesta y ama a la vez verme aspirar la comida, y es por eso que claramente lo hago cada vez que estamos juntos.

—Eres un cerdo comiendo, Nono —me dice, poniendo los ojos en blanco.

—Oink.

—Muy gracioso. En fin, volviendo al tema. Es por eso que necesitas a Elena. Ella puede ayudarte a descubrir la razón por la cual sucedió lo que sucedió... Y lo que es más importante aun: darte herramientas para evitar quedar atrapado en una situación similar... estrategias para que algo así nunca vuelva a ocurrir.

La adoro por enfatizar sus últimas palabras. Es como si quisiera protegerme de todo lo que me rodea, sin que yo me dé cuenta.

Me doy cuenta, Savy. Me doy cuenta y te amo por ello.

Miro a mi hermana por una fracción de segundo, al mismo tiempo que ambos tomamos nuestros capuchinos en un silencio cómodo. Hay marcas de preocupación en sus delicadas facciones, líneas que dicen: "aquí fue cuando Noah bebió de más", o "esto es por cuando se desapareció de la faz del planeta por casi dos días", o "dijo que iba a cenar con nosotros, pero en vez de eso, intentó suicidarse en el océano"...

Dios mío, su rostro es un mapa de mis equivocaciones... Cuánto lo siento, hermanita. Ojalá supiera la forma de apagar este desconsuelo que llevo dentro, borrar de mi ADN todo trazo de estupidez, regenerar todas mis células para ser el hermano que te mereces.

Dueles Tan Bien (ChicoxChico)Where stories live. Discover now