12 | Peligro predicho.

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Tomó las bolsas y salió.

—Ya veo por qué no querías que lo conozca.

—De hecho, esa fue su mejor reacción.

—Entonces estoy agradecido —bromeó—. ¿Ahora qué?

—Lo convenceré, ya verás.

—Puedo ayudarte.

—No, descuida. Lo haré por mi cuenta.

—Mientras tanto, ¿quieres que busque precios de los pasajes?

—Sí, pero no exageres, yo no tengo mucho dinero. Llámame cuando encuentres algo... Cómodo.

Elián asintió y me alejé con rapidez para llegar hasta mi hermano.

—¿Qué sigue? —me encaró este con decepción apenas entramos a casa—. ¿Un embarazo? ¿Que te escapes?

—No estás hablando en serio.

—No, hablo muy en serio. ¿Qué fue lo él que te dio?

—No es culpa suya, en realidad...

—¡NO LO ENCUBRAS!

—¡NO LO ENCUBRO! ¡Él solo quiere ayudarme! Es hermano de Hillary, ella necesita que...

—¡HILLARY ESTÁ MUERTA, ESTELA!

Sólo con eso logró callarme.

—Tu amiga está muerta. Ella no necesita nada. Ella no te necesita.

Mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas.

—No quiero que ese tipo vuelva acercarse a ti. —concluyó decidido.

—¿Qué tipo?

Y cuando mi día no se puede poner peor...

Saúl se posicionó frente a mí con los brazos cruzados.

—¿Qué tipo? —volvió a preguntar.

Regresé a ver a Sergio creyendo que se tomaría la libertad de contarle a su mejor amigo todo, pero él siempre respetó mi privacidad y entendía que esos asuntos no debían ser motivo de conversación con cualquier persona externa.

—¿Un novio?

—No te importa.

—Estás muy chiquita para tener novio, Estela, y lo que sea que mi amigo te haya dicho, tiene razón.

—No quiero sonar grosero, Saúl, pero necesito hablar con mi hermana. En privado.

—Oh, perdón, ya me voy. Sólo pasaba a decirte que tu auto cayó en malas manos.

—¿De qué hablas?

—¿Cómo? ¿No lo sabías? Fermín apostó en una carrera y... Lo perdió.

En esos instantes logré ver cómo el demonio interno de mi hermano se empezó a manifestar.

Después de haber ganado cinco veces seguidas en los torneos de carreras automovilísticas, Sergio fue derrotado por Fermín, su "sucesor"; sin embargo, lograron entablar una bonita amistad. Mi hermano se retiró de las carreras y dejó que Fermín se encargara de su auto, al que cuidaba más que a su vida.

Sergio no dijo nada, tomó su chaqueta y salió del apartamento dando un portazo para ir al estadio y comprobar lo que Saúl dijo.

Sequé mis ojos con discreción e intenté reflexionar sobre lo que estaba haciendo.

—Así que ya tienes novio.

—Por supuesto que no, y no sé qué esperas para irte.

—¿Qué debo hacer para que me perdones? —cuestionó Saúl dándose la libertad a sí mismo de sentarse—. ¿Un paseo? ¿Golosinas? ¿Muñecas?

EL FANTASMA DE HILLARYWhere stories live. Discover now