Capítulo III

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–Señorita Sallow, el Sr. Bruce Wayne la está esperando afuera– dijo Thierry.

–Déjalo pasar– dijo Atenea sin dejar de leer unas hojas.

Su asistente asintió mientras le pasaba más carpetas y salía de la oficina. Suspirando, Atenea se puso a leer una de las nuevas carpetas mientras escuchaba los pasos acercarse.

–Atenea.

–Adelante, Sr. Wayne– dijo mirándolo para luego voltear a verme a Thierry –Ry, querido, ¿Podrías ver que no nos molesten?

–Enseguida señorita– dijo mientras salía cerrando la puerta.

Una vez que estuvieron a solas, Atenea suspiró con frustración antes de voltear a ver a Bruce.

–Agradezco que puedas atenderme a pesar de que tengas tanto trabajo– dijo Bruce sonriendo.

Atenea siguió observandolo sin expresión alguna para luego comenzar a organizar sus papeles.

–¿Qué te trae por aquí?

–Me iré con los chicos en unas horas, y dado que no me has llamado decidí venir personalmente.

–Creo que si no te he llamado es por obvias razones– dijo mirándolo por encima de los papeles y alzando la ceja –no tengo información interesante para darte, estaremos en contacto.

–Atenea– llamó Bruce mirándola con seriedad –no puedo irme sin saber aunque sea un dato, es la vida de mis muchachos la que está en juego.

–Solo ten cuidado en quién confías, es lo único que diré– dijo.

–¿Algo qué quieras decirme personalmente?

–No, puedes retirarte.

–Espero que no me estés ocultando información sólo por venganza.

–¿Venganza?– repitió lentamente alzando la ceja y dejando de lado su trabajo –¿Ahora así me ves? ¿Una villana?– dijo frunciendo el ceño y levantándose de la silla.

–No es lo que quise decir– dijo Bruce mientras se levantaba de la silla y se acercaba.

–Oh no, te conozco, sé a qué te refieres– dijo enojada y dándole la espalda, caminando a las ventanas de vidrio de la oficina –sí tanta desconfianza tienes me retiro, ve y pídele ayuda a alguien más.

Bruce estaba apunto de responder cuando la puerta de la oficina se abrió con tanta fuerza que el vidrio que tenía de decorado se quebró en piezas.

–¡Padre/Bruce!

–¡Jefa!

Todos volteamos a ver el vidrio en el suelo y luego a mirarse mutuamente en silencio. Los chicos parecían nerviosos por la mirada de seriedad de Bruce.

Mientras que dos hombres, gemelos para ser exactos; uno con cabello corto y otro con cabello largo, ambos de color negro, vestidos con trajes del mismo color al igual que sus ojos y de piel gris, parecían nerviosos por la mirada de seriedad de Atenea.

–Quisiera saber porque están los cuatros juntos si vine solo– dijo Bruce acercándose a ellos.

–Creo que los tenía haciendo un trabajo, ¿Verdad?– dijo Atenea acercándose a los dos hombres.

–Ya terminamos– dijo Basilio encogiendose de hombros y sonriendo.

–Luego vimos a estos vigilando el edificio y se nos hizo extraño– dijo Crispin señalando con la cabeza a los cuatro chicos.

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