—Bien, bien, bien, mejor no llames y guarda tu teléfono o podrías perderlo —declaró Bian Nan. 

No hay muchos triciclos en este momento y mucho menos taxis. Se sentó en cuclillas sobre la plataforma apoyado en la valla publicitaria y casi se queda dormido antes de ver un autobús.

El autobús no va directamente a la callejón donde vive Qiu Yi, por lo que tiene que caminar una calle. 

Cuando Bian Nan bajó del autobús detuvo un taxi, no era por pereza o porque no durmió bien, era solo porque tenía la cabeza pesada y no quería seguir dando un paso más.  

—Tío, ¿puedes esperar unos minutos aquí? todavía tengo que usar el taxi —le preguntó al conductor cuando estaba a punto de bajarse del taxi en la entrada del callejón.  

—No va a ser posible, no hay ningún lugar para estacionarse por aquí —el conductor negó con la cabeza. 

—Solo serán unos minutos, entraré y traeré a una persona... —Bian Nan miró a su alrededor, tenía que tener un taxi para llevar al cojo Qiu al hospital, pero no ha visto ni siquiera un triciclo por aquí, y al parecer, no tienen la misma virtud que en la escuela. 

—Realmente no es posible —el conductor todavía negaba con la cabeza, una bocina sonó detrás del auto y conductor miró hacia atrás y dijo: —Mira, aún ahora estoy bloqueando la calle para las otras personas. 

—Está bien —Bian Nan pagó sin poder hacer nada y salió del taxi. 

Después de que el taxi se alejó, vio que la bocina le pertenecía a una camioneta blanca que se detuvo directamente al costado de la carretera. 

—Maldita sea—Bian Nan no sabía si el conductor lo engañó o el auto quebrantó las reglas, por lo que le gritó a la persona dentro del auto: — ¡Te aviso que no hay estacionamiento! ¡estás solo bloqueando la calle! 

—¡¿Qué?! —una mujer asomó la cabeza por la ventana del conductor. 

Bian Nan no la tomó en cuenta. Primero fue a la tienda de bollos al vapor y luego se dio la media vuelta y entró al callejón. Como no vió a Qiu Yan, supuso que termino de haber comprado y regresó. 

Cuando Bian Nan entró al patio, escuchó a Qiu Yan cantar dentro de la casa. Probablemente sea una canción que aprendió en la escuela, algo acerca de que su maestro estaba cansado, así que se estaba preparando un té o algo así. La voz de Qiu Yan es muy buena, nítida, pero es una lástima que no sea afinada. 

—Cantas tan bien —Qiu Yi lo aplaudió— la cantas tan bien que olvidé la melodía original de la canción...

Cuando Bian Nan se acercó a la pérgola de uvas, gritó: —¡Erbao! 

—¡Ah! —Qiu Yan finalmente dejó de cantar y salió corriendo de la casa— ¡Gran tigre! 

—Te escuché cantar —Bian Nan apretó su cara. 

—¿Suena bien? —Qiu Yan lo miró con ojos brillantes. 

—Suena bien —dijo Bian Nan con una sonrisa— incluso los pingüinos te escucharon. 

—¿Cómo los pingüinos pudieron escucharme? —Qiu Yan llevó a Bian Nan dentro de la casa con un poco de confusión. 

—Fuiste sintonizado hasta el polo sur —dijo Qiu Yi. 

Qiu Yan no sintió nada por esta evaluación, y pensando que eran elogios, sonrió muy felizmente. 

—Buenos días tío —Bian Nan saludó a papá Qiu y después de mirar a los ojos a Qiu Yi asintió y se sentó. 

DOS LOBOS Y UN BOLLOUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum