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No era la primera vez que Beomgyu estaba en Estados Unidos, de hecho, en los últimos años viajaba con frecuencia para allá debido al trabajo, premios, eventos y demás. Sin embargo, Las Vegas formaba parte de uno de esos tantos estados que Beom no había visitado. Y por eso se asombró tanto cuando Soobin le contó un poco de qué se trataba ese lujoso bar al que iban.

Tres pisos enteros dedicados a una diversión exclusiva.

—Y nosotros iremos al tercero, ahí solo entran los invitados VIP —concluyó el manager, murmurando al final—. El imbécil de Kamal al menos sabe hacer algo bien.

Beomgyu giró los ojos mientras terminaba de abotonarse la camisa, negando con la cabeza hacia el chico que al parecer jamás dejaría de lado esa incoherente disputa con Hueningkai. Primero Taehyun que detestaba a Yeonjun y ahora Soobin que no soportaba al manager de Yeonjun. Beomgyu no sabía si el destino estaba queriendo decirle algo.

—¿Eres consciente que ustedes dos tienen más en común de lo que crees?

—¿Eres consciente que ese comentario puede causar mi renuncia? —advirtió.

—Genial —Aspirando hondo se giró para verle de frente, cada mano en su cadera—. ¿Cuándo aceptarás que Hueningkai no es un incompetente como dices que es?

—Nunca —Y apartó la mirada del celular para verle—. Porque Kamal es un patán que se cree lo mejor solo por ser representante de un niño con Oscar.

—¿Y ahora insultas a Choi?

—Tiene que ver con Kamal, así que sí.

Desde que aquella disputa empezó, no se han visto indicios de querer parar. Todo empezó un día donde, por mala suerte, Soobin y Hueningkai se fijaron en el mismo papel, empeñándose en conseguirlo para sus respectivos actores. Las discusiones entre ellos nacieron allí, y nunca pararon. Beomgyu tenía la esperanza de que esa enemistad se detuviera tarde o temprano, pero solo fue de mal en peor. Porque tanto Yeonjun como él, con los años adquirieron más fama, e inevitablemente, muchas de las ofertas que les llegaban, eran las mismas.

Y entonces Soobin y Hueningkai, en sus mentes, tenían más motivos para odiarse.

Pero Beom no iba a insistir más, al menos no por hoy. Porque estaba de buen humor. Anoche, cuando hizo el vivo en Instagram con su novio, lo notó más tranquilo y puede que animado, eso lo hizo sentirse mejor a como Taehyun había cortado la llamada en la tarde de ayer. Significaba que ya no estaba enojado, y cuando le contó que iría a esta reunión con el elenco, solo le deseó buena suerte.

Así que en el camino al bar, pudo respirar y decirse que quizás podía divertirse un poco a pesar de no tener a su novio cerca.

—¿Por qué siento que te arreglaste más de lo normal en ti?

Sin embargo, Choi Yeonjun era un caso aparte. Soltero y con su único compromiso siendo el trabajo, él se sentía en total libertad de divertirse cuanto quisiera.

Los únicos tres botones de aquella camisa negra, abiertos, presumiendo con picardía la línea de sus clavículas y, por qué no, aquella zona previa a los pectorales. Pantalones ajustados de cuero, rompían un poco con la soltura de su camiseta. Y su cabello peinado de tal forma que su rostro era un foco imperdible, sus cejas siempre bien definidas, sus ojos con la justa sombra para hacerles resaltar y, sus labios, pintados de un bálsamo suave que simplemente era la cereza del pastel, era imposible no mirar el lunar que salía curioso por la parte inferior.

—No sé de qué hablas, así me veo siempre —Con un aire de suficiencia, sonrió de lado levantando los hombros—, solo que quizás, tú ves mejor.

Netflix. -  yeongyuWhere stories live. Discover now