Capítulo 3: Primer encuentro

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Excitado tomó el envoltorio que yacía sobre la mesa de noche. Extrajo el preservativo y se lo colocó impaciente.

La mano de la mujer se movía rapidamente mientras aumentaba el gemido de su boca, cuyos labios estaban pintados de un intenso rojo escarlata.

El sonido hipnotizaba a Albert.
Se acercó y notó como la humedad de ella caía sobre la sábana dejando una marca... su marca.

Aquello lo enloqueció.

Entonces, ya a punto del abismo, él cogió su miembro con su mano, lo dirigió hacia ella y la penetró.

El dolor la hizo gritar aún más. Mientras tanto, sudoroso y sediento, Albert ajustó su cadera sobre la zona pélvica de la chica, y cogiendo ambos tobillos con sus manos, la embistió con fuerza.

Ella dejó escapar un sonido de placer al recibir todo el dominio de él. Lo miró a los ojos con fuego abrasador, se acercó a su rostro y con su mano lo atrajo hacia su boca. Sus lenguas se tocaron y se fundieron en uno solo.

Él seguía moviéndose en un frenético vaivén y el sonido monocorde y sincronizado de ambos cuerpos al chocar aumentaba más y más...

El frío del aire acondicionado se disipó por completo cuando ambos estallaron en el éxtasis, simultáneamente.

...

Albert se ajustó la correa del pantalón y observó como la mujer aún en la cama, le miraba con marcado desdén.

Él no le correspondió la mirada, salvo que le guiñó el ojo y sin poder dejar lugar a la duda... se retiró de su campo visual, y salió.

El pasillo del inmaculado hotel se extendía ante sí y las habitaciones con sus puertas de cobre y ornamentada numeración, le parecían susurrar las voces más placenteras que solamente en su interior podían esconder.

No prestó atención al lugar porque no estaba para tales tonterías. Se colocó sus lentes de sol y con el aspecto más varonil que un hombre podía tener, se encaminó a la salida.

El aire estaba cargado a limón y un aroma extraño que le recordó a la canela. Albert no entendía como en un sitio tan consumible por los olores siempre debía oler tan de forma natural.

<<A lo mejor, pensó, era para recordarles a todos los que visitaban esos sitios... el olor del hogar>>.

Pero, ¿realmente como debía oler el hogar? ¿Qué características tenía el aroma de una vivienda con esposa e hijos dentro?.

Despejó ese incógnito pensamiento porque a decir verdad no imaginaba un mundo así, ni en años.

Amaba su vida. Amaba el placer. Amaba por sobre todas las cosas, ser libre. Por tanto, no podía darse el lujo de permitir perder todo lo que con tanto esfuerzo se había labrado. Sería echar todo a la borda. Y Albert Colt, jamás dejaba todo ir... tan fácilmente.

El guardia que resguardaba la entrada principal le saludó con un movimiento de cabeza y luego al traspasar la puerta doble de cristal, se halló con el resplandeciente sol de un jueves por la mañana.

Tomó las llaves de su vehículo, y entró. Inmediatamente sacó su teléfono móvil y lo colocó sobre el respaldo del iPod y la música aleatoria comenzó a sonar. Era una melodía acústica bastante rápida. Los monocordes del violonchelo y los graves del piano le daban un toque sutil y lúgubre, al mismo tiempo. Hizo los cambios necesarios... y pisó el acelerador.

California le había sentado muy bien. Aunque no era su ciudad natal, con el paso del tiempo, entendió que ésta ciudad enigmática le daría un recibimiento como no se lo había imaginado.

Secretos de una ninfómana 🔞 (Completo)✅ (En físico) 😍Where stories live. Discover now