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Un fuerte chirrido se escucho tan cerca de el, tanto que su corazón comenzó a latir con mayor intensidad. Después, lo único que sintió fue como todo a su alrededor se movía. Su cuerpo chocaba en todos lados, haciendo que sus muecas y jadeos de dolor fueran inevitables.

Estaba desconcertado, ni siquiera sabía que había pasado, tan sólo sentía su cuerpo doler y el zumbido en sus oídos se hizo presente, haciendo que maldiciera por dentro. Llevó una mano a su cabeza con la poca fuerza que conservaba y pudo sentir un líquido tibio escurrir por sus dedos. Estaba sangrando.

Habían partes de su cuerpo que ardían, ni siquiera podía ver con claridad. Lágrimas saladas comenzaron a escurrir por sus mejillas y gemidos desesperados salían de sus labios.

Su pierna estaba atorada con algún objeto que no logró identificar, sus manos se aferraban al piso de la camioneta para arrastrarse y poder salir de ahí, sin embargo, sus intentos fueron en vano.

—¡Ayuda! —gritó con toda la fuerza que tenía y logrando que sus pulmones se quedarán sin aire por un momento, pero sus súplicas no fueron escuchadas. —¡Por favor, estoy atascado!

El tiempo para él se agotaba, sabía que sí permanecía ahí por más tiempo, el vehículo posiblemente explotaría con el dentro, así llevandose su vida cruelmente.

Su cabeza dolía en demasía, tanto que hacía que se desesperase. Los gritos eufóricos no dejaban de escucharse y sus esfuerzos por tratar de salir de ahí no paraban.

—Por favor... —susurró esta vez, su cuerpo estaba totalmente agotado y con ello su voz y tiempo también. Su desesperación por salir crecía, al mismo tiempo; su vista se nublaba.

Sus esperanzas por sobrevivir eran casi nulas. Su mente lo único que podía pensar era en su familia y en como los abandonaría si no sobrevivía, pero su corazón pensaba solamente en una persona, en la persona más importante de su vida y por la cual rogaba internamente su perdón por no haber cumplido su promesa de permanecer a su lado para siempre, tal y como lo habían hablado antes.

Los segundos pasaban tan rápido para él, incluso llegó a pesar que posiblemente esto se tratase de un mal sueño, pero no. El dolor era real, su casi asegurada muerte era real, la sangre provimiente de su cuerpo que estaba exparsida por las palmas de sus manos era real. Esto era real.

Para su desgracia, era el chico equivocado en un lugar equivocado a la hora equivocada, y desafortunadamente, no podía hacer nada para cambiarlo, pues el ya veía el final de su vida a través de los cristales rotos que estaban regados a su alrededor.

El olor a gasolina era cada vez más intenso, tanto que era tan fácil que sus fosas nasales pudieran indetificarlo. Sus ojos ardían por el humo que estaba comenzando a hacerse presente al igual por haberlos tallado con sus manos, las cuales posiblemente hayan empeorado todo.

El volvió a mirar a su alrededor, esta vez dejando de ser un poco egoísta al pensar solo en salvarse así mismo, y en esta ocasión preocupándose por si alguien más se encontraba tan jodido como él lo estaba en este instante.

Su vista se enfocó en una chica que posiblemente estaba menos dañada que él, pero aún así se notaba que estaba herida, ni siquiera sabía si la fémina seguía viva, pues esta estaba inconsciente, de igual manera trato de llamar su atención aunque fuera casi imposible que está lo escuchara.

—¡Oye! —trató de que su voz se escuchara lo suficientemente fuerte para que la mujer lograra oírlo. —Por favor... Ti-tienes que levantarte,  Avery. —susurró.

Por más que se esforzara en salir de ahí, no lo lograba, y mucho menos podría salir junto a la chica.

De un momento a otro, simplemente dejó de seguir intentando salir de ahí, perdiéndose en sus pensamientos. Él mismo sabía que ese era su fin y su mente parecía estar tan agotada que estaba comenzando a resignarse. Ahora solo estaba llorando, manteniendo su mente tan lejos posible, tratando de olvidar lo que pasaba en su entorno y dedicarse a pedir perdón por aquel repentino abandono con el que dejaría a sus conocidos y seres queridos.

No logró indetificar cuanto tiempo pasaba, y tampoco es como si fuera a importarle, solamente se dejó llevar por aquel dolor que estaba comenzando a adormecer lentamente su cuerpo mientras que sus oídos dejaban de percibir todo sonido y dejándolo totalmente aturdido. Dejando que su mente divagara un poco. Sus ojos poco a poco iban cerrándose y aquella poca fuerza que tenía iba abandonando su cuerpo.

No pasaron más de treinta segundos cuando sus esperanzas por sobrevivir habían vuelto, pues sólo sintió como tironeaban de su cuerpo y gritos desesperados se podían oír tan cerca suyo.

Él intento moverse, incluso cuando su cuerpo estaba exhausto y sentía que ya no duraría ni un poco más.

—Aún está con vida, pero sus signos vitales están muy bajos. —escuchó como hablaban cerca de él —necesitamos llevarlo a un hospital o morirá —sentenciaron.

La palabra "morirá" era lo que más se estaba repitiendo en su mente, tal vez así preparandolo para que cuando eso sucediera, estuviera listo.

—El conductor está muerto... —mencionó con una voz temblorosa —Avery aún está con vida, ¡Saquenlos de aquí!

Tal vez era incoherente que se hubiera sentido como si pasaran infinitas horas, cuando en realidad no había pasado más de un minuto desde aquel trágico accidente. Entonces, no comprendió como es que su mente jugaba con el reloj como si de un viejero del tiempo se tratase.

Era irónico que ahora se sintiera con tanta suerte después de lo que había ocurrido. Estaba con una pierna lastimada, daños externos e internos, había visto su vida pasar a lado suyo, y que por cierto, aún no sabía si lograría salir con vida, pero el chico se sentía tan malditamente suertudo. Y tal vez tenía razón, pues agradecía que una camioneta se encontrará siguiéndoles el paso y ellos mismos hayan sido los que les estaban ayudando en ese instante, lo cual pensó que sería lo contrario, pues en el vehículo que estaba atrás, se encontraba Simón Cowell, el hijo de puta que más odiaba y, para su mala suerte, el sentimiento era mutuo.

Cuando los lograron sacar del vehículo el estaba casi inconsciente, no sentía su cuerpo y juraría que su corazón no estaba latiendo, pero aún así lograba escuchar las palabras que decían los demás individuos.

—Subamos a los chicos a la camioneta. Rápido, no creo que resista mucho más tiempo —no supo distinguir de quien era la voz, pero tampoco es como si eso importara mucho en ese momento.

—¿Sabes? Pensándolo bien, tal vez me conviene que este hijo de puta se muera, no lo necesito. Al contrario. Solo me estorba. —en ese instante, el realmente quiso levantarse y golpear al hombre que había dicho eso, pues conocía perfectamente la voz de Cowell, sin embargo, su cuerpo no lo escucho.

—¿Estás loco? No podemos hacer eso. Tenemos que llevarlos ya. —un debate comenzó.

—Piénsalo bien, los demás chicos están mejor sin el. Creeme. —aquellas palabras parecían que habían sido dichas para lastimarlo, tan profundas como si fueran miles de cuchillas enterrarse en su pecho hasta quitarle el último aliento. Él simplemente no dijo nada, no podía.

—Yo no decidiré su futuro —suspiró —no pienso ser parte de eso. Él merece vivir, yo no voy a quitarle eso.

—Bien —chasqueó la lengua —Ya veré que hago con él. Subanlos al vehículo.

Lo próximo que sintió fue como trasladaban su cuerpo con sumo cuidado de no lastimarlo, pero era inevitable, cada movimiento era un jadeo de dolor que sus labios soltaban débilmente.

Y lo último que sintió fueron las vibraciones que el auto le transmitía a su cuerpo cada vez que avanzaba, mientas que él luchaba por no quedarse dormido y simplemente ya no poder despertar, ese era su peor preocupación en ese momento. Pero su mente se enfoco en una preocupación aún más grande y poderosa que cualquier otra cosa.

—Harry... —Louis dejó que sus labios soltarán en un débil y silencioso susurro, después todo lo demás se volvió negro.


All The Love.  ♡︎

Who Are You?  [Larry Stylinson] Where stories live. Discover now