6. "Besos y Cuarzos"

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— ¿Qué ocurre, Dash? ¿Qué necesitas? —pregunté.

«Probablemente hice esto por los efectos del alcohol » pensé.

—Ohm...Quería saber cómo estabas—respondió inocentemente.

—Si era eso pudiste haberme preguntado por mensaje ¿no crees?

—Tal vez—se rió—. Pero creo que soy más de hacer todo personalmente—aclaró, su semblante serio había vuelto.

—Guao, un dato curioso de Dash Berlot—me burlé—. Gracias por regalarme ese dato.

— ¿Nerviosa? —indagó, una sonrisa pícara se asomó en su rostro por un segundo sumándole seguridad.

—No, para nada—hice una pausa y continué—. ¿Por qué debería de estarlo?—agregué. «Claro que estas nerviosa», dije para mis adentros.

—No hay razón alguna—apartó su mirada e hizo un gesto extraño. Su mandíbula marcada, el brillo de sus ojos y lo sexy que se veía en ese momento me hicieron suspirar.

—Tengo algo para ti—añadió volviendo a fijar su mirada en mí.

— ¿Y a qué se debe el presente? No estamos en navidad y te aseguro que no estoy cumpliendo años.

—Relájate, querida vecina—rebatió con una sonrisa y siguió—. Solo quería que tuvieras algo que te hiciera recordarme—aclaró, la forma en cómo lo dijo me erizó la piel, nuestras miradas conectadas y la cercanía entre nosotros me dejaban sin aliento.

No dije ni una sola palabra. —Vamos adentro—señaló dándome la espalda para abrir la puerta detrás de él—. ¿Por qué? —refuté, ya que entrar en la casa de Dash Berlot en horas de la madrugada y estando ebria no me parecía buena idea.

—Tu regalo esta en mi habitación y no te dejare sola aquí afuera—contestó mirándome con un gesto serio.

—Puedo cuidarme sola

Ladeó la cabeza. —No tengas miedo, no estoy tratando de aprovecharme de ti en el estado de ebriedad en el que estas—chisteó y siguió—. Vamos adentro, no seas terca—carcajeó un poco—. Además, si quisiera follarte ya lo hubiera hecho—sentenció.

«Dios perdóname todos mis pecados».

Mis ojos se desorbitaron, mi respiración se aceleró y un calor abrazó todo mi cuerpo. Entre todas las preguntas que estaban en mi cabeza referente a lo que dijo, las que más se repetían eran ¿Cómo sabía que estaba ebria? ¿Acaso se notaba tanto? Y por último no sabía si sentirme bien o mal por todavía no haber tenido sexo con él.

—Ya quisieras tu que eso ya hubiera pasado—dije pasándole por un lado para entrar a la casa, repentinamente me tomó del brazo con la suficiente fuerza para detenerme—. ¿Qué haces?

—Ten cuidado—me advirtió.

— ¿A qué te refieres?

—No me conoces, Layla—sonrió pícaramente. Me solté de su agarre y seguí mi camino.

Estando en la cocina me guió hasta la sala y luego se encaminó a las escaleras, no tenía pensado subir con él, no iría a su habitación.

Mientras subía se detuvo. — ¿Qué esperas?
— ¿Tengo que subir? —inquirí.

—No te vas a quedar sola aquí abajo ¿o sí? —contestó, tal vez no hubiera tenido problema en dejarme sola en la sala de estar pero por algún motivo no quería quedarme allí, así que comencé junto con él a subir.

Esta parte de la casa Berlot no la había apreciado jamás, los pisos de madera seguían haciendo juego con las escaleras, el mismo patrón en las paredes se mantenía pero la iluminación le daba una sensación de cabaña al lugar, en las paredes había varias pinturas que hacían referencia a ángeles y demonios, así como también había un gran cuadro pintado de él y sus padres.

ANGEL BABY.Where stories live. Discover now