8. Snape.

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Mientras Harry se encontraba mirando la luna desde su posición en el suelo, sangrando y sin poder moverse demasiado, y en el que podría estar pensando en mil cosas distintas, como el hecho de que morirá perdido en el bosque prohibido, o el hecho de que morirá sin poder haber hecho nada contra Voldy y tarde o temprano regresará y no será vencido en mucho tiempo, o el hecho de que tal vez, y más que problablemente, Harry en realidad no está en su lecho de muerte sino que está por cerrar los ojos y volver a empezar todo de nuevo, o el hecho de que vuelve a estar lastimado de muerte; no, Harry no estaba pensando en eso.

Estaba pensando en que esa mañana despertó y vio regalos en el banco a los pies de su cama, pero no el regalo que más estaba esperando. Vio el regalo de Draco, de Theo, de Neville, de Hermione, hasta del profesor Snape, maldita sea, pero no el de Dumbledore. No la capa de invisibilidad. No su capa de invisibilidad. Y piensa, piensa en todas las posibilidades por las cuales la capa no está en sus manos en ese momento, ese momento donde la capa podría haberle salvado la vida, y solamente llega a la conclusión de que, con su prisa de evitar que la gente inocente salga lastimada, lo arruinó todo.

Matar al trol, tal vez, fue demasiado, pero su intención no había sido asesinarlo, de verdad que no. Pero tampoco hizo mucho para detener el hechizo cuando se dio cuenta que el peligro inminente había terminado, y sin embargo, no se arrepiente. Porque pudo haber matado a Hermione, a Draco o a cualquier otro alumno. Y Dumbledore y los otros profesores podrían haberlo detenido, por supuesto, pero esos segundos, tal vez un minuto o dos como mucho, que tardaron en llegar desde el comedor hasta la posición del trol en el castillo, eran cruciales. No deberían haber alumnos fuera del Gran Comedor a la hora de la cena, pero no es tan fácil llevar un conteo eterno para saber si todos los alumnos están donde deberían estar, y no en un lugar que podría causarles la muerte.

No es que una escuela debería tener esos tipos de lugares, unos lugares tan peligrosos donde tu sola presencia ya es sinónimo de muerte, pero es Hogwarts. Hogwarts es genial, pero Harry siempre creyó que lo hubiese sido mil veces más si no hubiera magos oscuros malvados y un Señor Oscuro buscando volver todo el tiempo. También, si no eras Harry Potter y/o amigo de él, la escuela podría ser mil veces mejor. No es egocéntrico, lo jurará todas las veces que sea necesario, pero sabe que es un imán para los problemas, y cualquiera que sea amigo de él también se convierte en un blanco para cualquier enemigo que tenga Harry en el momento.

Sus pensamientos se interrumpieron cuando sintió el suelo temblar debajo de él, y frunció el ceño, más cansado que molesto o adolorido. Hace una pequeña mueca cuando siente algo húmedo contra su mano y luego tiene la nariz de Fang en su rostro, antes de que el gran perro comenzara a ladrar lo más efusivamente que Harry escuchó en su tiempo de conocerlo.  Al poco tiempo, Hagrid hizo su aparición, jadeando fuertemente cuando lo vio.

—¡Merlín! ¿Harry?— Hagrid se arrodilló a su lado y lo miró con preocupación, a lo que Harry solamente le sonrió tanto como pudo—. ¿Qué te ha sucedido? ¡No, espera! ¡No hables! Parece doler, deja que te lleve a la enfermería...

Harry agradeció no tener que hablar porque, sí, dolía como el infierno. Sin embargo, no pudo evitar tragarse un grito cuando Hagrid lo tomó en brazos: sin importar qué tan delicado había sido el guardián de las llaves, el dolor lo recorrió por completo, y la herida en su estómago parecía sangrar aún más. Estúpido intento voldemoriano de asesinato que casi funciona. Harry está demasiado harto de los intentos de asesinato en su contra.

—¿Qué demonios sucedió?

Harry cerró los ojos y decidió entregarse a la muerte en ese mismo momento, sin importarle ningún plan de salvación mundial mágica o sus amigos y su familia. Cualquier cosa antes que enfrentarse a Snape, estando completamente indefenso como en ese momento. En especial escuchando lo enojado que parecía, y Harry conocía perfectamente el tono enojado de Snape: al fin y al cabo, siempre se dirigía hacia él con ese tono, mezclado de burla y desprecio...

Last chance, Harry [Severitus]Where stories live. Discover now