3. Un nuevo viejo amigo y una vieja nueva Casa.

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La vista de Hogwarts desde los botes no era para nada como Harry lo recordaba, y eso le maravillaba. La última vez que vio el gran castillo, estaba en camino a ser un edificio en ruinas. Ahora, sin embargo, las ventanas brillaban con suave luz naranja y las estrellas en el cielo hacían que la sombra del castillo sea imponente. Los jadeos sorprendidos de los alumnos lo hizo sonreír, porque esa era la vista que todos deberían ver siempre, y cuando vio a Ron, a Malfoy, y en un bote detrás del suyo, a Hermione y Neville sonriendo ante las vistas, su necesidad de que Voldemort nunca llegue de nuevo se hicieron más intensas.

Bajando la cabeza cuando Hagrid les gritó a todos los del primer año que lo hicieran mientras pasaban por el túnel debajo del castillo, Harry trató de evitar comparar el grito emocionado de Hagrid al llevar a nuevos alumnos a un lugar que consideraba su hogar, con los gritos de súplica para que se mantuviera a salvo cuando se enfrentó a Voldemort antes de morir. Hagrid era uno de los mejores amigos de Harry, quien le enseñó el mundo mágico por primera vez y quien le dio las primeras imágenes de sus padres. El semi-gigante tenía un lugar muy especial en el corazón de Harry, y sabía que no había mucho que pudiera suceder para cambiar eso. Era difícil odiar a Hagrid, de todas formas.

Harry sonrió cuando Neville le agradeció a Hagrid por encontrar su sapo al llegar a suelo seguro, y al encontrarse frente a las grandes puertas de roble, con una seria profesora McGonagall mirando a todos los niños en desafío a que intentaran comportarse mal, Harry solo podía esperar que todo saliera bien.

Siguieron a la profesora McGonagall hacia una habitación vacía fuera del vestíbulo, mientras que podían oír ciento de voces del Gran Comedor, situado a la derecha. Harry escuchó a medias a la profesora, con Malfoy a su derecha y Ron a su izquierda, y sabía que Neville y Hermione estaban detrás de él. Sabía que el único Slytherin entre ellos era Malfoy, y ya estaba comenzando a planear más a fondo cómo mantener algún tipo de amistad con Draco a pesar de sus Casas, y la clara enemistad impuesta que parece haber entre Gryffindor y Slytherin a pesar de que ni siquiera se habían calificado aún. Frunció levemente el ceño, preguntándose por qué sucede eso, y aunque quisiera, no podía pensar en algo que justificara lo suficiente el odio de los niños hacia Slytherin, más que lo que aprendieron en sus hogares a boca de los demás. Era entendible, Harry mismo no quería ser parte de Slytherin cuando se clasificó, porque en esa Casa estuvo Voldemort; sin embargo, la Casa en sí no era malvada.

Está bien, el mundo mágico puede tener su beneficio de la duda allí. A Harry solamente le costó una guerra mágica para entender que no todos los Slytherin son malvados, no todos los Gryffindor valientes, no todos los Hufflepuff leales ni todos los Ravenclaw inteligentes. Pero Harry no quería que todos lo aprendieran de la misma manera que él lo aprendió, así que en realidad debería de comenzar a buscar una manera para hacerse amigo de Malfoy y poder demostrar que no todos los Slytherin son malvados, en especial los niños más pequeños que apenas eran calificados, que mayormente eran quienes pagaban los platos rotos, siendo los más vulnerables a ataques de otros estudiantes.

Un golpe en sus costillas lo sacó de sus pensamientos y le frunció el ceño a Malfoy, que miraba fijamente a McGonagall. Cuando Harry miró a su alrededor, todos lo estaban viendo, y la profesora lo miraba con severidad. Harry sonrió inocentemente. McGonagall continuó hablando.

—Como decía, la Ceremonia de Selección será en pocos minutos, y será frente al resto del colegio. Les recomiendo que se arreglen lo mejor posible— dando una mirada superficial al grupo de niños, la profesora hizo una pequeña mueca con sus labios, pero no dijo nada más—. Volveré cuando todo esté listo. Mientras tanto, esperen tranquilos aquí.

Y cuando la profesora McGonagall salió de la habitación, los susurros de los niños nerviosos se escucharon como gritos. Ron parecía preocupado mientras exponía sus dudas sobre la Clasificación y Malfoy se burlaba de él, aunque sorprendentemente sin la malicia que recordaba Harry cada vez que el rubio hablaba con alguno de sus amigos. Harry pensó que el Quidditch podía unir hasta a los más tercos.

Last chance, Harry [Severitus]Where stories live. Discover now