Recordando

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La luz de la luna era lo único que alumbraba la casa de los Rogers Romanoff esa noche, además de la Luz de la televisión. Natasha estaba pasando de canal en canal, buscando algo interesante de ver o que la distrajera lo suficiente para dejar de pensar en su pequeña niña. Desde la muerte de Elizabeth no ha podido dormir bien por las noches, hay veces donde despierta a la mitad de la noche pensando que ella le hablaba buscando un refugio entre sus brazos, pero solo era su mente. Se detuvo cuando encontró una película, "Valiente", una mujer en sus cuarenta viendo una película de princesas en la madrugada sería raro para algunos, pero para la risa no. Esa es su película favorita de ella, y de Elizabeth. Tomó la misma manta con la que ella y su hija se quedaban viendo películas juntas y abrazadas en la sala, veía la película con lágrimas en los ojos, hasta que se perdió en su recuerdo...

La lluvia caía en el exterior, todos se habían ido a dormir después de un largo día, a excepción de dos personas, quienes se negaban a cerrar un ojo sin antes terminar de ver una película. "Valiente", fue la única película que encontraron en la televisión para su noche de películas en familia, aunque Steve se quedó dormido, Pietro se aburrió y se fue a hacer su habituales locuras, y Wanda fue a detener a su hermano de sus habituales locuras. Natasha y Elizabeth eran las únicas despiertas, ambas abrazadas debajo de la manta, totalmente absortas viendo a Merida y a su madre, la reina Elinor.

-Te pareces a ella- le dijo Natasha a su hija quien la volteó a ver sin saber a lo que se refería- eres mi pequeña valiente, no te da miedo nada y siempre luchas por lo que crees. Además que eres tan necia como ella, y un poquito salvaje

-Es de familia- bromeó Elizabeth viendo cómo sus Madre reía un poco- pero no podría ser así sin ti mamá, gracias a ti soy quien soy y solo espero un día ser como tú, una gran mujer, valiente, fuerte y si sigo con la lista nunca acabaré

-No Eli, tú nunca será como yo- Natasha la tomó del rostro y la acarició con sus pulgares delicadamente- serás mucho mejor, aunque ya lo eres

-Me vas a hacer llorar- la castaña sonrió mientras agitaba su cabeza tratando de que las lágrimas en sus ojos se esfumarán- te amo mamá- Elizabeth se lanzó a sus brazos para abrazarla fuertemente- se que nunca lo digo, pero en verdad lo hago, te amo tanto y no se que haría sin ti

-También te amo mi pequeña estrella- lágrimas de felicidad resbalaban por las mejillas de Natasha, pues nunca había escuchado a su hija decirle a alguien que le amaba, pues siempre ha sido muy reservada con lo que siente- tampoco se que haría sin ti, eres mi medicina y la luz de mis ojos. El amor que siento por ti es tan grande e inexplicable- se despego de su hija y le beso la frente- que no cabe en mi corazón

Ambas se quedaron abrazadas viendo la película hasta que cayeron profúndame dormidas, justo como en la primera noche que se convirtieron en una familia. Natasha volvió en si cuando la película terminó, por un instante sintió como si Elizabeth estuviera entre sus brazos como aquella noche, pero al voltear a la derecha, lo único que vio fue un espacio vacío, que nunca se llenara y que se sentirá tan devastadoramente inexplicable . Pero se daba cuenta que ya no la recordaba con dolor y tristeza, sino que ahora la recordaba con una sonrisa y melancolía, pues rescataba esos momentos de felicidad que compartieron y que siempre atesoraría en su corazón.

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Cierto rubio estaba sentado debajo de un árbol en Central Park, se podía escuchar el canto de las aves, el sonido de las ondas chocar por el viento, de las voces lejanas en el parque y del lápiz chocar contra la hoja de papel. Steve estaba dibujando a una castaña, de ojos cafés con pequeñas cicatrices en su rostro, que demostraban todas las batallas que tuvo y que ganó, pero que aún así tenía ese gran brillo en sus ojos. A la vez que el soldado dibujaba comía de aquellas horribles galletas de vainilla, coco y fresa que tanto le encantaban a la castaña que dibujaba y a una que dibujo en un pasado, le parecía irónico que a las dos únicas personas que conocía que le gustaban esas galletas, ahora estén en un lugar mejor y que sus rostros estuvieran plasmados en sus dibujos, Peggy Carter y Elizabeth Rogers Romanoff.

What If...? / One-shots - mis historiasWhere stories live. Discover now