Epílogo del prólogo

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Las reglas del universo se escribieron durante su creación, jugando con ellas de tal modo que engañarían a cualquiera que tuviese el atrevimiento de intentar comprenderlas superficialmente.

Quizás por estúpidos, tal vez por audaces, pero los seres humanos no se conformaron en entender las concepciones más simples de la física, es decir, aquello que se aprende por sentido común. Ya sea con su propia inteligencia o apoyándose del regalo que seres desconocidos les dieron alguna vez, estaban dispuestos a no descansar hasta develar cada uno de sus secretos por más obstáculos que les pusieran.

Y después de millones de años, hubo un elegido para hacerlo.

Un hombre nacido en la era moderna y que posteriormente durmió por milenios fue el designado para dar el siguiente paso. Posiblemente la forma en que su vida se escribió se consideraría trágica; tal vez a los ojos de muchos él sería el villano de su propia historia. Pero tenía una meta, y el esfuerzo que implementó para alcanzarla era digno de reconocimiento.

Desafió sus capacidades, desafió a sus amigos, desafió al mundo y acabó por desafiar a la existencia misma, todo por recuperar el trozo de corazón que le fue arrebatado. Caminó entre mundos tratando de encontrar su felicidad y, sin saberlo, adquiriendo a su vez los saberes que tantos humanos codiciaban.

Estaba escrita la manera en que culminaría su viaje, sí, pero llegando al fin de su existencia un último acto de rebeldía realizó:

Era de su conocimiento que ansiaban arrancar el hilo de su conciencia, pero al estar en ese mundo dividido en dos personas les sería imposible en ese estado; el requerimiento para hacerlo era fusionarlas. Al mirar su reflejo luego de aceptar que el tiempo para ambos finalizó, su mente desenterró un recuerdo: "¿qué te hace ser tú y nadie más?"

Antes su respuesta había sido la conciencia, y no estaba del todo errado, pero dados los últimos acontecimientos se percató de que había algo más: el hilo de la existencia de cada humano en ese momento se conformaba de dos partes, el núcleo y la conciencia. No obstante, aunque intuitivamente se pensaría que eran dos componentes de un todo, sólo alguien que viajara al pasado con tanta frecuencia se percataría de un pequeño detalle, y es que cuando él se encontraba con sus otros "yo" lo único que reclamaba vehemente ser fusionado era la magia en su núcleo, no la conciencia per se

Sobrescribir los recuerdos siempre fue una opción, no un designio. El núcleo de su pasado, además, no estaba corrompido aun mientras que el suyo sí; porque el Gen de ese mundo jamás utilizó la magia para dañar a otros.

Decir que ellos eran dos personas diferentes en realidad sí tenía sustento, a pesar de que él lo decía para deslindarse de su culpa. Gracias a eso fue que se le ocurrió una descabellada idea segundos antes de que la esfera artificial de espacio-tiempo rompiera a pedazos. Era riesgoso, sí, pero valdría la pena intentarlo pues si era un éxito Gen sobreviviría, de eso estaba seguro, ya que la gente de la Aldea Ishigami vivió sin núcleo todo ese tiempo.

En el instante en que los hilos de ambos se descubrieron, absorbió el núcleo de Gen y extrajo las nuevas hebras que sólo en su hilo se habían formado. Quien diría que escoger crear su propio cuerpo precisamente en ese viaje sería el factor determinante, pues eso le permitió al Gen de ese mundo tomar sus propias decisiones, mismas que se tejieron en su conciencia y serían suficientes para conformar una nueva persona en toda la extensión de la palabra.

Lo siguiente que hizo fue entrelazarlas a su vez con el hilo de Senku para mantener el truco a salvo y oculto de los ojos de los seres de la naturaleza. Si su destino era conocerse como tantas veces el universo parecía hacérselo saber era totalmente factible, pues desde el principio de los tiempos la esencia de ambos era compatible.

A través del reflejo/SenGenWhere stories live. Discover now