Prólogo: Una carta sin destinatario.

4 0 0
                                    

He intentado escribir esta carta de despedida miles de veces, pero no logro hacerlo. Termina volviéndose un papel con fragmentos desordenados y sin sentido. Termina siendo todo lo contrario a una despedida. Termina en mí pidiéndote, casi rogando, que te quedes y no te marches; negando que tú y yo, esto que tenemos, realmente se acabó. Así fuimos siempre, ¿no es así? Siempre era decir adiós sabiendo que volveríamos. Siempre era un te extraño, ¿no me extrañas? en una llamada a las dos de la madrugada cuando habíamos acordado que no me ibas a marcar y yo no iba a contestar. Era un pequeño desliz al besarnos cuando habíamos prometido ser solo amigos. Era darnos una última oportunidad a lo que sabíamos no sería la última.

Jamás fuimos buenos con las despedidas... y por un tiempo tontamente creí que eso sería suficiente para que te quedaras. Creí que si nunca aprendíamos a decir adiós, jamás te irías de mi lado. Pero hoy es enero, está nevando y estoy fuera de tu casa donde ya no estás; me ha dicho William que estás en un avión dispuesto a marcharte de esta ciudad y de mi vida. Y yo estoy aquí, sentada en el suelo húmedo por la nieve, sintiendo el aire frío en los pulmones y mis dedos congelándose mientras escribo esta carta, esta maldita carta que jamás vas a recibir porque te fuiste y te aseguraste de no dejar dirección, teléfono ni correo en el que yo pudiera buscarte. Desapareciste como un maldito cobarde... y yo no pude hacer nada como una maldita idiota. ¿Cómo pasó esto? Si prometiste que nunca me dejarías; ¿cómo sucedió? si prometí que nunca te perdería. Tampoco fuimos buenos cumpliendo las promesas.

Sabiendo cómo esto acaba, el principio y lo que parece ser un verdadero final, no puedo evitar llorar y preguntarme qué pudimos haber hecho distinto. Me pregunto si había forma de amarnos sin perdernos en el proceso. Me pregunto por qué jamás podremos ser y lo más triste de todo esto es que sé exactamente la razón. Sé por qué estoy sentada aquí con los pantalones ya mojados por la nieve y por qué tú estás sentado en un avión sin ticket de regreso. Sé por qué te fuiste de la forma en que te fuiste; también sé por qué Will tuvo que ser el que me lo dijera y no tú. Sé por qué acabó todo. Podría decir que lo supe desde el día que te conocí. Y sé que tú también lo sabías.

Lo que provocó nuestro final fue nuestro comienzo. La razón de nuestro fracaso fue que amamos a la persona equivocada. Tú y yo, esta historia, nosotros... estaba mal desde el principio. Y sin importar cuánto lo intentáramos, siempre iba a fracasar. Porque el impedimento éramos nosotros mismos. Aun sabiendo eso, decidimos arriesgarnos a amarnos porque pensábamos que dos corazones rotos no era un precio tan alto a pagar si eso significaba vivirnos. Qué ingenuos fuimos. Ahora que tengo mi corazón no roto sino reducido a polvo, me doy cuenta que no calculé bien el precio por quererte. Y espero que el precio que tú pagues por marcharte sea tan caro que te desmorones. Deseo que llores tanto que quieras morirte, que me extrañes tanto hasta que te enfermes por no tenerme; espero que todos los besos, caricias y palabras de amor que recibas sólo te hagan sentir más y más solo porque no soy yo, y jamás volveré a ser yo, y saber eso te quiebre. Espero que seas tan infeliz que todos los días de tu miserable vida te preguntes qué hubiera sido si te hubieras quedado.

Y lo sé, sé que solo estoy siendo cruel con mis palabras sabiendo que no las leerás, sé que estoy siendo desconsiderada y malditamente egoísta porque tengo el orgullo herido. También sé que una vez que el dolor se vuelva soportable, te desearé una buena vida y rezaré porque estés en paz con la decisión que hoy has tomado. Sé que pediré por tu felicidad a cada estrella en el cielo y desearé que puedas encontrar un amor que pueda acompañarte a donde yo no puedo. Sé que yo también aprenderé a vivir con las decisiones que tomé. Sé que me acostumbraré a tu ausencia y un día tus recuerdos serán sólo pequeñas dosis de dulce nostalgia golpeando a mi puerta cuando mi mente esté dispuesta a olvidarte. Sé que un día amaré de nuevo y amaré tanto, aunque nunca como a ti. Jamás como a ti. Porque un amor como el nuestro, tan bello y tan frágil, tan peculiar y trágico, tan catastrófico y devastador, sólo se puede vivir una vez y eso es suficiente. Es por esa misma razón que no puedo detestarte. Te quise tanto, demasiado... que mi corazón preferiría no volver a sentir antes que odiarte.

Por eso, antes que nos hagamos más daño, me despido del hombre que fuiste a mi lado y que jamás volverás a ser; me despido de la mujer que fui contigo y que jamás volveré a ver. Le digo adiós a lo que fuimos y ya no será. Y te pido, por favor, que nunca más vuelvas a mí. No regreses, amor mío, porque sé que de volverte a ver, volvería a arruinar mi vida por ti sin pensarlo. Déjame recordarte como un quizá, como la historia más trágica y hermosa nunca antes escrita.


Solo queda una cosa más que escribir... Si esto es un adiós, te quiero.






P.d. ¿Recuerdas lo que te dije aquella noche de otoño, en un noviembre tres? Aún después de todo, lo creo. Sin importar dónde estés o con quién estés, o en quien te conviertas o lo que decidas ser, siempre, siempre serás mi compañero de vida. Hasta el final. 

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Nov 13, 2021 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Si esto es un adiós, te quiero.Where stories live. Discover now