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Estaba cansada.
Su turno en la cafetería se había alargado un par de horas más a cambio de la promesa vacías de su jefe, ofreciendo un sueldo más alto por su arduo trabajo.
Subió por las escaleras, con cuidado de no pisar una en mal estado, hasta llegar a la puerta vieja de su departamento, abrió lo más silencioso que pudo suponiendo que sus parejas ya habían regresado de sus respectivos trabajos y estaban durmiendo igual de cansados que ella.
Pero el rechinar de la puerta fue completamente lo contrario a lo que pretendía.
Soltando un suspiro cerro la puerta y se quito sus zapatos, pronto tenía dos jovenes cerca de ella abrazandola mientras le daban la bienvenida.
── Bienvenida a casa cariño ── hablaron al unísono.
── Hola ── sonrió cansada correspondiendo el abrazo antes de separarse para quitarse el abrigo que la cubría.
Al terminar pudo observar mejor a sus parejas.
── ¿Qué estaban asiendo? ── pregunto divertida.
Ambos jóvenes tenia un leve sonrojo al igual que los labios hinchados y con sus ropas desprolijas, se los notaba un poco exaltados.
── Bueno ya sabes como es Kōtarō ── respondió el pelinegro.
──¡¿Yo?! ¡Tu empezaste! ──alegó inmediatamente ──¡Te me tiraste encima! ──agrego.
──¡Mentiras! ──exclamó el otro.
──Ya, ya, no griten ── los alejo colocandose en el medio de ambos ──¿Ya cenaron? ──cambio el tema dirigiéndose a la pequeña cocina.
Por el momento no tenian una nevera, por lo que abrio las puertas del mueble viejo buscando algo para comer, encontrando solo un paquete de galletas sin sabor.
──¡Aquí! ── rápidamente Bokuto se acerco para mostrarle el contenido de una de las dos cazuela que poseían.
Adentro, el arroz con especias se mantenía caliente para su degustación.
──Te estábamos esperando ──agrego Kuroo teniendo en mano los únicos tazones que tenian junto a un cucharón para servir a los tres.
──Aww ──solto colocando su mano en el pecho enternecida, por la vista de una de sus parejas sirviendo la comida y la otra preparando la mesa para comer ──Son los mejores ──hablo recibiendo el tazón que le ofreció el pelinegro.
──Todo por nuestra princesa ── se acerco lo suficiente para que sus frentes se tocaran y frotaran sus narices con suavidad.
──Nuestra reina ──corrigió el de raíces negras abrazándola por la espalda.
──Claro, después de besuquearse sin mi, quieren que los perdone ──hablo juguetona recibiendo gustosa los dos besos que recibimos en cada mejilla.
──Si no estas cansada, podemos hacer algo para que nos perdones ── sugerio Tetsurō.
── Primero comamos y después veremos ── contesto sonriendo antes de alejarse junto a Bokuto hasta la mesa, siendo seguidos por el peligro que mantenía una sonrisa en su rostro.
