Gael admitió que su pareja tenía razón. Así que con delicadeza y todas las ganas de provocar a Cristóbal, el muchacho empezó a prepararse exponiendo su trasero mientras se dilataba, y haciendo gestos de infinito placer.

Cristóbal gruñía y acariciaba su bien dotada polla, sólo con ver esa imagen sería capaz de venirse.

Ante esa posibilidad mejor se acercó hasta Gael, quien de inmediato alejo sus manos, dejando a la vista de Cristóbal su delicioso y brillante agujero ya listo para ser llenado por la agresiva y ruda polla.

Cristóbal de inmediato tomó su erección por la base y empezó a acariciar el borde del ano de Gael, provocando que el muchacho busque empalarse.

Una palmada más hizo gemir a Gael, —Compórtate muchacho — al decir esto de inmediato lo penetró provocando una oleada de placer en ambos cuerpos.

Cada uno gemía y jadeaba de manera diferente, pero la sensación era la misma.

—Más duro, lléname, suplicaba Gael mientras Cristóbal se deleitaba tomando entre sus manos la pequeña cadera y nalgas de su pareja, las cuales el manoseaba a su antojo.

Los ojos de Cristóbal miraban con lujuria como su polla se enterraba en ese pequeño culo, y como el cuerpo de Gael se balanceaba de adelante hacia atrás mientras el rubio y largo cabello caía desordenado sobre los hombros y espalda del muchacho.

Cristóbal estaba seguro de que nunca se cansaría de saborear ese erótico pequeño cuerpo.

Gael juguetonamente recorría su polla al mismo ritmo que Cristóbal lo follaba, haciendo gemidos casi femeninos que tanto excitaban a Cristóbal.

Sin esperar mucho Gael se corrió dejando una estela blanca y espesa sobre el mullido sillón de piel negra.

Cristóbal no tardó mucho en llegar también hasta el orgasmo, sintiendo esos espasmos electrizantes recorrer sus bolas y su columna.

—Te amo Gael, estoy jodidamente enamorado de ti.

Cristóbal se había dejado caer sobre la espalda de su pareja mientras las réplicas de su orgasmo lo alcanzaban.

—Te amo Cris, y sé que nunca me cansaré de vivir a tu lado. Sus labios instintivamente buscaron los de Cristóbal, para sellar con un beso aquellas sinceras palabras.

Con un rápido movimiento Cristóbal salió del cuerpo de Gael, retirando el preservativo y anudándolo para deshacerse de él.

—Bueno hijo, la cena ha sido muy buena, y me alegra visitar su departamento. Debo reconocer que me agrada lo cálido que se siente aquí.

Gael escuchaba a su padre mientras ayudaba a Cristóbal a retirar los platos y cubiertos de la mesa.

—A nosotros también nos gusta mucho, y gracias por el bonito sofá que nos has obsequiado.

Eduardo rió mientras daba un sorbo a su café.

—En realidad es más para Cristóbal, ya que el pobre hombre va a portarse mal muchas veces y servirá para que no sufra tanto por ser castigado.

La pareja se miró con complicidad, mientras Eduardo ajeno e inocente seguía pensando que era un acto de bondad a su impetuoso amigo.

— Que bueno que ese sofá no habla, ya que verá muchos castigos. Cristóbal sopló en el oído de Gael quien se erizó al sentir el aliento de su pareja, a la cual ya había ruborizado.

—Papá, gracias por la oportunidad que nos darás en la empresa, dijo Gael tratando de desviar la conversación y disipar un poco su creciente excitación.

—No tienes que agradecer Gael, no podría estar más complacido en dejar la empresa en tan buenas manos. Eduardo miraba a la pareja que estaba sentada frente a él, tomados de la mano, era una escena hogareña, común y valiosa, —Creó que ambos son muy buenos en sus áreas, y como padre, saber que mi hijo tiene una pareja junto a él, es un descanso para mí. Eduardo sabía que tanto Cristóbal como Gael, tenían mucho camino que recorrer como pareja, pero eso no le preocupaba en absoluto pues conocía a su socio y sabía que este se encargaría de enseñar a su hijo quien era un aprendiz diligente.

Levantándose se despidió de ellos con un cálido abrazo.

—Los veré el lunes en la oficina.

Después de la cena de presentaciones para la empresa, la pareja regresaba a su hogar, ambos se veían regios en elegantes trajes de tres piezas.

Cristóbal, observaba cada movimiento de Gael, mientras este se desvestía. Deteniendo sus ojos en esos pantis femeninos que lo estaban haciendo babear.

Muchas veces estaba seguro de que Gael quería matarlo con la inocente sensualidad que el joven desprendía, pero que Cristóbal tanto disfrutaba.

Introspectivamente miraba como su vida se habituaba en una suave rutina hogareña con su ahora pareja.

El mandaba y Gael obedecía, siempre su lado dominante marcaba la pauta para la conducta de su pareja.

Gael también se acomodaba en la confortable seguridad de Cristóbal, quien dominaba todo espacio donde este entrara.

— ¿Qué te ha hecho sonreír?, preguntó curioso Cristóbal.

Gael se acercó lo suficiente para frotar su cuerpo contra el pecho duro de su hombre.

—Pienso en lo bien que nos hemos adaptado y en lo seguro que me siento junto a ti.

Cristóbal incapaz de resistirse para acariciar el cuerpo de Gael, pasó su mano por la espalda desnuda de este, mientras su intensa mirada azul devoraba a Gael.

—Tenemos toda una vida para disfrutarnos y explorar nuestro amor. Y créeme engendro, no me cansaré ni mucho menos me saciaré.

Gael sonrió al escuchar esas palabras apoyó su cabeza en el pecho de Cristóbal, mientras la rítmica de los latidos de su pareja sonaba en su oído.

Estaba seguro que nunca habría un sonido tan perfecto como ese latido que le acompañaría un largo tiempo, y lo escucharía acelerarse mientras hacían el amor.

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2021 ⏰

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