Los demás Dom lo miraban con deseo, mientras los sumisos le transmitían cierta envidia y respeto por haber logrado lo que nadie había creído posible.

Eso de alguna manera hacía sentir orgulloso y le daba una sensación de seguridad al muchacho.

De inmediato entró a su departamento y se lavó a conciencia, pronto se colocó el liguero y nada más, tal como lo había pedido el maestro. En la parte superior el collar y su hermoso y característico antifaz de piel labrada.

Sintiéndose un poco cohibido y excitado por su desnudez salió del cuarto para dirigirse al privado de su señor.

Con la mirada baja esperó quieto delante de la puerta.

No tardó mucho cuando unos pasos le alertaron avisando que alguien se dirigía hasta ahí.

Su corazón palpitaba y su piel quemaba.

—Buenas noches bonito, la voz profunda, gutural y fantasmal de su señor hizo sonreír a Samael quien siempre se mantuvo mirando al suelo.

La mano del hombre acarició con cariño la negra cabellera.

—Buenas noches maestro.

La voz aniñada de Samael hizo sonreír al maestro.

El maestro abrió la puerta y se hizo a un lado para darle paso a su niño. —Pasa cariño.

Samael sintiendo la mirada de su señor, contoneó más el trasero que desnudo exhibía un voluptuoso par de rosadas nalgas.

El maestro rió por lo bajo. Y sin considerar le dio un fuerte azote dejando enrojecida la piel del culo de Samael quien gimió.

—Eres perfecto cariño.

El maestro cerró la puerta tras de sí mientras con su mano izquierda comprobaba que esta atrapaba a la perfección aquel trasero.

—Soy todo tuyo señor, la actitud de Samael estaba lejos de ser sumisa en ese momento, pero no le importó quebrantar algunas reglas si con eso conseguía que su señor le azotara una vez más.

Y no sé equivocó, su cuerpo vibró al sentir otro azote.

Sintiendo la piel de sus posaderas demasiado caliente, dejó escapar un gemido.

Samael con la mirada baja alcanzó tomar la mano de su señor. Y con la actitud más sumisa y sensual dirigió esa mano a su boca, humedeciendo un dedo y después otro.

Continuó chupando mientras su maestro lo miraba a través de esa máscara siniestra. Sentía su gélida expresión mientras el muchacho degustaba aquella mano.

Sin más oportunidad el maestro sacó el dedo de la boca de Samael, y colocándole la correa en la cadena lo guió a la cama.

El maestro se sentó mientras Samael excitado y con su polla erguida permanecía frente al imponente hombre, sintiéndose morbosamente expuesto.

De manera ruda el maestro lo tomó con ambas manos del trasero el cual aún dolía por los azotes recibidos.

—Hoy voy a disfrutar de ti.

El maestro recorría el curvilíneo trasero frotando con las manos ambas nalgas, las cuales separaba, pellizcaba y acariciaba.

En un momento Samael gemía... —Maestro me voy a correr.

Y es que el maestro acariciaba de manera tortuosa no solo el esplendido culo, ahora también le brindaba atención a la brillante polla que ya escurría líquido transparente el cual el maestro esparcía con su dedo gordo por la extensión del pene de Samael.

PerversoWhere stories live. Discover now