Aún no estaba preparado.

¡Abuela! —grité abriendo con fuerza la puerta corrediza.

¡Oh! Kazuya... —dijo como si nada.

¿Eh? Pensé que te había ocurrido algo...

Solo exageraron las cosas. No fue nada. —explicó mirando su móvil— ¿Tienes internet?

E-eh... no... Papá... mamá... —dije mirándolos y buscando una explicación.

No fue nada grave... —habló mi padre— Pero como precaución será internada un tiempo.

Sí, sí, pero consígueme una buena red de internet. Estoy jugando con una amiga que necesita mi ayuda.

Mi abuela es... muy moderna... demasiado diría yo...

¿Y bien? —preguntó sin quitar la mirada de su móvil— ¿Ha ocurrido algo? Te noto algo cambiado. Es raro no ver un pez en tu ropa.

Me gustaban los peces. Y querer expresarlo en mi ropa no era tan malo.

¿Verdad?

Eh... pasaron unas cosas... pero... Nada importante. —mentí fingiendo reír.

Bueno, si no se lo quieres contar a tu abuela no hay problema... —dijo terminando de teclear— Pero de igual manera te quiero presentar a una amiga que conocí aquí en el hospital. —cambió de ánimo repentinamente.

¿Y tu juego?

Ya lo ganamos. Ambas somos muy buenas. —dijo orgullosa de su amiga y ella— Espera un momento que la llamo...

Mamá... debes descansar...

Pero sin tomarles importancia, simplemente se levantó y se fue a por su amiga.

Seguro que te va a agradar. —escuché detrás de la puerta mientras esta era abierta.

Al abrir la puerta, por ella entraron un par de señoras mayores sonriendo y conversando de una persona que al parecer era yo.

¡Ah! Tampoco puedo olvidar mencionar a cierta joven que se sobaba el codo de forma nerviosa al entrar al lado de la señora que no era mi abuela.

Estaba muy arreglada y nerviosa como para decir que se trataba de una enfermera, así que supuse era un familiar de la amiga de mi abuela... o algo así...

Además... sentía que la había visto en otro lugar...

Mira Sayuri, este es mi nieto. —dijo contenta— Vamos, Kazuya, preséntate. —cambió de tono de voz.

Eh... Mi nombre es Kinoshita Kazuya, mucho gusto en conocerla. —me presenté educadamente.

Y por educadamente me refería a una leve reverencia y un tono de voz agradable. Cosa que me había enseñado mi abuela y padres.

Qué joven tan agradable... Mi nombre es Ichinose Sayuri... —correspondió amigablemente— Nagomi, también quería presentarte a mi nieta... —dijo mirándole dulcemente.

¿Eh? —murmuró confundida la susodicha— Mi nombre es Ichinose Chizuru, mucho gusto en conocerles.

¡Waaa! ¡Es toda una belleza! ¡Es un retrato de ti misma, Sayuri!

Vamos, vamos, no digas esas cosas... Tu nieto también es muy simpático.

Y-yo... —murmuré nervioso y confundido.

Un cambioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora