5. Angelo: Presentaciones

Comenzar desde el principio
                                    

Todos asintieron en silencio. Angelo se comenzaba a sentir un poco más seguro.

"Luego iremos alterando el orden sobre la base de lo que observemos en el campo", continuó Daniel. "Pero por el momento será así. Teresa irá a la cabeza. El hacker irá detrás de ella. Tenemos entendido que llevas mapas. Eso nos va a ser útil", Cristian se dispuso a preguntar cómo era que sabían eso, pero Daniel no le dio la oportunidad. Siguió hablando. "Después irán los más débiles. Steph y su hija. Y después la otra madre con sus dos hijos. Recuerden, niños. Tienen que mantenerse en formación en todo momento. No se pueden salir de la fila. Si ven algo que les llama la atención, se lo dicen a su madre. Si ella lo considera importante, nos lo puede decir. ¿No había un anciano con ustedes?"

Angelo negó con la cabeza y luego miró sutilmente hacia los dos guardias. Daniel no insistió.

"Está bien. Entonces, luego irás tú y el último de la fila seré yo. ¿Preguntas?", Daniel cruzó los brazos y todos se miraron entre ellos indecisos.

"¿A dónde iremos?", preguntó Dota, quien abrazaba a sus dos hijos como si estuviera en el medio de una corriente de agua. "¿Sabemos a dónde nos vamos a dirigir? ¿Podemos ir a Tarma, de donde ustedes vienen?"

"Está demasiado lejos para llegar caminando", respondió Teresa con dureza. "Ustedes jamás sobrevivirían el viaje. No, necesitamos encontrar un refugio más cercano"

"Yo puedo ayudar con eso", levantó la mano Cristian.

"Lo sabemos", respondió Teresa y después caminó donde Angelo, quien había colocado su pesada mochila en el suelo. "Saca todo lo que tienes ahí dentro y ponlo ordenadamente en el piso. Quiero revisarlo. Tú también", señaló a su hermana Dota. Luego señaló a Daniel. "Él va a revisar las mochilas de los dos niños"

"¿Y la mía nadie las va a revisar?", preguntó Cristian. Su mochila estaba en una esquina apoyada. Era compacta y no se veía muy pesada.

"No hace falta", respondió Daniel y caminó donde los dos niños sin dar mayor explicación.

Cristian se quedó confundido en el medio de la sala. Vio a un lado a Angelo y a Dota concentrados, sacando las cosas de sus mochilas. Al otro lado a Daniel revisando las mochilas de los dos niños. A Steph calmando a su hija. Teresa parada detrás de Angelo, dándole instrucciones. Era como si todos tuvieran un lugar en esta pequeña nueva maquinaria, menos él. Sabía que era útil. Sabía que esto incrementaba las posibilidades de que él mismo sobreviviera. De alguna manera Teresa y Daniel sabían que él tenía información que ellos necesitaban y por eso lo habían puesto delante de la fila, junto a Teresa. Eso debía significar algo. Pero aun así se sentía excluido.

Quizás estaba pensando demasiado. Consideró en sacar una de las tabletas que había traído, para revisar los mapas que tenía disponibles, pero eso implicaba gastar un poco la energía de las baterías y prefería no hacer eso. En su lugar pensó que tenía sentido descansar. Después de todo, cuando salieran...

Bam. Una de las otras dos puertas se abrió de golpe e ingresó una mujer de entre 50 y 60 años. Estaba vestida como una típica burócrata de administración central. Cristian no la conocía y no la había visto antes, pero eso no significaba nada. Administración central tenía mucha gente dispersada en distintas oficinas de las siete torres.

La mujer iba acompañada de un joven que sostenía folders con papeles y que iba ligeramente por detrás. Su asistente, sin duda. La mayoría de los altos burócratas de administración central tenían uno, el cual terminaba usualmente reemplazándolo o siendo ascendido a un puesto similar en otra parte de la organización. Mientras que la mujer parecía atenta y muy segura de sí misma, el asistente parecía un imbécil. Tímido, temeroso, lento. Esta mujer se había buscado un asistente mediocre. Eso denotaba un complejo de inferioridad que seguramente se reflejaría en una manera tosca y abusiva de tratar a las personas.

Réquiem por TrujilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora