VIENTO QUE SOPLA A LA DERIVA

300 57 22
                                    

Nichkhun agarró el sable entre sus manos y lo alzó por sobre su cabeza. Con toda la fuerza que tenía, arremetió la filosa arma contra el pecho de su hermano, dejándola incrustada en el pecho del menor.

La roja sangre comenzó a brotar del cuerpo del demonio, tiñendo su ropa y llenando la sala de ese particular aroma a hierro que deja la sangre. Todo eso sucedía frente a los inexpresivos ojos del rey de Demons. Nichkhun no sentía nada por Jaebum pero Jaebum si por él. De cierto modo, se sentía traicionado. Por más que nunca le agradó Nichkhun y que jamás habían tenido una buena relación, le dolió en lo más profundo que su propio hermano, con el cual había crecido y pasado toda su vida, no vacilara ni un segundo en matarlo. Tampoco se apreció ni un ápice de tristeza en su rostro. Simplemente se marchó sin mirar atrás. Y eso a Jaebum lo destrozó aun más, aunque no pensaba admitirlo jamás.

El demonio sentía perder las fuerzas y su cuerpo desvanecerse. 

Aquella era, a sus ojos, una verdaderamente patética muerte. Había desafiado a Nichkhun, y el que yacía desangrándose con un sable incrustado directamente en su pecho a punto de morir, era él.

Ni si quiera había llegado a despedirse de su ángel ni de su princesa. Sabía que su ángel estaría bien sin él. Era mucho más inteligente que todas las personas que había conocido a lo largo de su vida. Sabía que estaría bien aunque muriera, pero le hubiera encantado pasar sus días con su familia. Ver crecer a su princesa y a su ángel. Ver como Youngjae reajustaba el diseño de gobernar por herencia. Quería llegar a saber con que espléndida idea salía tan bello e inigualable ser. Pero parecía que este era su fin y que nunca llegaría a verlo triunfar

El fin le asustaba. Nadie nunca sabía que sucedía cuando fallecía un demonio o un ángel. Tanto los Middles como los Dioses Supremos, ocultaban que ocurría tras la muerte. Y eso fue algo que, en miles de años, ninguna de las dos comunidades había logrado descifrar por más que lo intentaran de miles formas. El tiempo transcurría pero permanecía siendo un misterio y eso era quizá lo que más le aterraba a Jaebum. La incertidumbre de su propio ser, de su esencia y pensamientos. Que todo se desvaneciera para siempre y solo quedaran recuerdos en el aire de lo que algun día fue y existió pero que nunca más sería

La incertidumbre lo aconcojaba, pero no era únicamente eso lo que le dolía. Estaba solo. Completamente solo dentro de una oscura y fría habitación. Se iría sin nadie a su lado. Eso también lo asustaba. ¿Y si nadie nunca lo encontraba? Nadie jamás velaría sus restos ni lo quemaría para volverse uno con el aire que se respira y el viento que sopla a la deriva

Y asi pasaron los segundos para Jaebum. Estaba asustado pero quería ser feliz al menos los últimos minutos o segundos de vida que le quedaban en esta existencia

Repasó rapidamente sus días junto a su mamá, papá y hermano.
Su vida en el palacio junto a Mark, creciendo juntos, riendo, renegando, llorando, discutiendo, pero al final del día siempre apoyando el uno al otro como la familia sin lazos de sangre que eran.

El día que conoció a Bambam, el primer beso que había tenido con el menor. La felicidad que siempre había en su rostro al recibirlo. Cuando finalmente lo pudo abrazar luego de que fuera secuestrado. Cuan preocupado había estado esos días. Cuando sostuvo por primera vez entre sus brazos a BaeSoo. Las veces que fue a visistarlos y como este habia crecido.

Y finalmente

Su ángel

Choi Youngjae. Un hermoso ser que irradiaba luz propia desde el primer día que lo conoció. Recordaba aquella vez que probó por primera vez los labios de su amado. La primera vez que pasaron la noche juntos. Cuando sostuvo en sus brazos a su ángel debilitado y lo cuidó como una delicada flor hasta que floreció una vez más. Recordó al pequeño bebé que jamás había logrado conocer pero que guardaba en su corazón. Recordaba cada acontecimiento importante de su vida con Youngjae. Y eso involucraba a su princesa. Ha-neul. La pequeña parte de Youngjae y de él. El fruto de su amor encarnado en una ángel que le robaba suspiros y el pensamiento. La primera vez que tomó con su pequeña mano su dedo y lo observó detenidamente, Jaebum sintió que su mundo se había detenido. Que todo lo que había pasado en su vida lo había llevado hasta ese preciso momento. Hasta el día de conocerla.

Y más feliz no podía ser

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Jaebum mientras podía ver a lo lejos a su ángel sosteniendo en sus brazos a su princesa. Su mente comenzaba a apagarse y sus ojos pesaban cada vez más, empezando a cerrarse lentamente. Y así continuó hasta que sus párpados se cerraron por completo y finalmente Jaebum se volvió uno con el aire que se respira y continuó su camino como el viento que sopla a la deriva.







<>










Youngjae necesitaba un respiro y recobrar fuerzas. Había pasado horas seguidas usando su poder sin descanso alguno, pero eso siempre lo debilitaba. Para curar a otros requería disminuir su propia vitalidad. No podía seguir así por mucho más. Dejó a cargo de su puesto a unos doctores y se encaminó al lugar oculto donde descansaba su bebé

Comenzó a acunarla en sus brazos, admirando la perfecta combinación de razgos tantos suyos como de Jaebum que se apreciaban en el rostro de su pequeña Ha-neul. La bebé estaba despierta pero disfruta del calor que emanaba su padre y de sus firmes pero suaves brazos arrullandola

Youngjae se sentía feliz. Esta parecía ser la última batalla y la estaba ganando el bien mayor. No Angels ni Demons, sino la armonía estaba ganando esa batalla finalmente. Este momento no podía ser más perfecto

"Ojala Jaebum estuviera aqui"

Eso pensó el ángel, imaginando lo feliz que estaría de ver que las tropas de Nichkhun estaban siendo aniquiladas

-Dónde se habra metido tu otro padre, Ha-neul - alzo a su bebé con sus manos - Tu papá esta ganando una guerra por el bien de todos. Esa es la clase de hombre que es tu papá

Youngjae sonreía al igual que Ha-neul. Todo era sonrisas hasta que de pronto el rostró de la bebé, sin ninguna razón aparente, se contrajo, comenzado a llorar lo máximo que sus pequeños pulmones le permitían y lo más alto que Youngjae jamás había oido salir de su pequeña hija.

Youngjae estaba desconcertado. No sabía a que se debía tal desgarrador llanto que incluso llegó a erizarle la piel y sentirlo en lo más profundo de su ser, sintiendo un hincon en su pecho al ver lo mucho que parecía estar sufriendo su bebé.


Calmarla no fue trabajo fácil. Intentó distraerla, darle biberón, cambiarle el pañal, hacerle cosquillas, hacerla dormir. Todo era en vano. Nada funcionaba o al menos así fue hasta que envolvió a su hija con su manta y le acercó una de las tantas camisas que Jaebum había dejado sobre la cama. Supuso entonces que extrañaba a su papá. Asi que la arropó rodeado de varias prendas del demonio y la dejó durmiendo.

Youngjae empezó a caminar para salir de aquel recóndito escondite y nuevamente dirigirse a su labor. Atras de la puerta final podía escuchar la batalla campal que aun seguía teniendo lugar por las calles. Empujó aquella antigua puerta de madera y salió.

Youngjae se encogió levemente en su mismo lugar y sobó sus brazos en una especie de abrazo. Una ligera brisa le habia llegado tan de pronto a lo largo de todo su cuerpo, despeinando sus cabellos y pasando suavemente por su rostro para después seguir su camino

"Ojalá Jaebum estuviera aqui. Le hubiera encantado sentir este clima", pensó el ángel para sus adentros


Ángeles vs Demonios [ Markson/2jae/YugBam] M-PregWhere stories live. Discover now