2. La feria

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Durante los siguientes días, Heidi y su familia dejaron preparado todo lo que cada uno tenía pensado exponer en la feria de artesanía de Maienfeld.

Tobías había organizado todos sus quesos en un gran cesto, y Ana había dejado guardados cada uno de los cuadros que tenía pintados en otro.

Pedro, por su parte, también había organizado y seleccionado todos los trabajos de carpintería que él, Tomás y Carlos habían hecho para la ocasión. 

Mientras que a Heidi todavía le quedaban tartas por preparar, y eso era justo lo que haría ese día. La joven se dirigió hacia la cocina, abrió su despensa y sacó los ingredientes necesarios para hacer las tartas: las mermeladas que ella preparaba, harina, mantequilla, huevos, leche... y por supuesto el ingrediente estrella, el queso. Los colocó encima de la mesa junto con los utensilios que usaría, se puso su delantal y comenzó con la preparación de las tartas. Aquel día consiguió hacer unas tres tartas y con ellas ya tenía completada la cantidad que tenía prevista para llevar a la feria.

Pasaron algunos días y al fin llegó el momento de bajar a Maienfeld. Aquel domingo, la familia se despertó temprano, desayunaron y subieron a un carro todo lo que iban a llevar. Este iba tirado por un caballo y lo conducía Tomás. Brígida se quedaría en casa, pero Pedro no quería dejarla sola tanto tiempo ya que estarían todo el día en Maienfeld. Heidi habló con Marta, la esposa de Tomás, para pedirle el favor de quedarse con ella y la mujer aceptó.

-Siento las molestias, Marta, pero te agradezco mucho que te quedes con mi madre. Últimamente ella no tiene muy buena salud y me preocupa que se quede sola y nos necesite a Heidi o a mí. -dijo Pedro.

-No es ninguna molestia, Heidi ya me lo ha contado y entiendo vuestra preocupación. Y como yo no bajaré a Maienfeld puedo quedarme perfectamente en vuestra casa mientras sigo con mi trabajo de costura.

-Estupendo. -dijo Pedro sonriendo.

Marta tenía un par de años más que Heidi y era una mujer muy amable y simpática. Solía hacerles trabajos de costura a algunas aldeanas, al igual que Brígida hizo cuando era más joven. Excepto Brígida y Marta, todos los demás se subieron al carro y emprendieron el camino hacia Maienfeld.

-Espero vender bastantes quesos. -dijo Tobías.

-Te has traído casi media despensa de casa. -dijo Ana riéndose al ver la cantidad de quesos que llevaba su hermano.

-Pues ojalá los vendiera todos.

-Y yo todos mis cuadros.

-Ya veréis cómo ambos vendereis muchos quesos y muchos cuadros. -dijo Heidi.

-A mí los quesos de Tobías me encantan. -dijo Carlos.

-Que buen amigo eres. -dijo Tobías.

-Y Ana pinta unos dibujos muy bonitos.

-Gracias Carlos. -dijo la muchacha sonrojada. -Tú también haces cosas muy bonitas con la madera.

-Gracias a tu padre que me ha enseñado.

-Y has aprendido muy rápido. -le dijo Pedro al muchacho.

-Cuando yo tenía la edad de Carlos no sabía tanto de carpintería como él. -dijo Tomás. -Y todo es gracias a ti Pedro.

Este se sonrojó.

-Tú también eres un gran carpintero Tomás, y créeme, sin tu ayuda creo que no hubiera podido yo solo con todo el trabajo que empezó a salir estos últimos años.

-Gracias a ti por dejarme trabajar contigo.

Los dos sonrieron. Pedro y Tomás eran dos hombres que tenían la misma edad, que amaban la carpintería y que se habían hecho muy buenos amigos durante los años que estaban trabajando juntos.

Heidi por siempre (Libro 3)Where stories live. Discover now