Inicio: Valensi (II)

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Segunda Parte.

Pasó el primer año. El tiempo no hizo nada más fácil, simplemente Nick aprendió a vivir con su dolor. Él intentaba seguir con su vida, que en realidad era exactamente igual, a excepción de que su padre ya no lo acompañaba más.

Académicamente iba muy bien en su colegio, pero no tenía vida social. No tenía ni un solo amigo y no convivía con nadie. La mayor parte de su tiempo era acaparado por las lecciones de guitarra, el colegio y sus tareas. En eso se había convertido su vida y su forma de sobrellevar la pérdida de su padre.

Esas actividades le ayudaban a distraerse y persuadir el dolor, o al menos disminuirlo pero, cuando volvía a casa, el sillón vacío de la sala, mismo que su padre solía ocupar para descansar, le abría de nuevo la herida. Y así inició un círculo vicioso, un bucle de altibajos cada vez que entraba por la puerta de ese lugar que ya no se sentía como antes.

Así transcurrieron sus días. Y en un parpadeo medio año más.

(...)

Eran las nueve de la mañana y un nuevo ciclo escolar había comenzado. Era viernes, el último día de la primera semana de clases.

Nick se encontraba sentado en la esquina derecha del salón. 

Las bancas eran de dos asientos y como siempre, el único asiento vacío del salón era el que estaba junto a Nick. Bueno, en realidad la funda con su guitarra lo ocupaba.

La clase de Filosofía comenzaba. Por alguna razón, el profesor que impartía la materia no llegaba. Era algo extraño, pues siempre llegaba cinco minutos antes. Pasaron diez...quince minutos cuando el señor Jeaking se dignó a cruzar la puerta, pero no venía solo. Una chica de estatura promedio entraba tras él.

Nick frunció el ceño y comenzó a escanear a la misteriosa chica que hablaba con el profesor. Era tierna. «─ Como un cachorrito», pensó el chico. Tenía un rostro angelical. Su cabello era ondulado y de color negro; el uniforme denotaba su delgadez, y no porque amoldara su figura sino porque le quedaba holgado. Su piel era pálida.

Después de un rato, el profesor y la chica se posaron frente a todos.

─ Muy buenos días, chicos...─ saludó el señor Jeaking. «¿Qué tienen de buenos?», pensó Nick. ─...se preguntarán por el motivo de mi tardanza. ─ prosiguió. «En realidad me importa un bledo», se dijo el chico de nuevo mentalmente. ─ Bueno, pues el día de hoy ha ingresado una nueva chica que integraron a este grupo y me tocó encaminarla en esta clase. ¿Nos podría decir su nombre? ─ preguntó el maestro a la chica.

─ Re... Regina Spektor – soltó tímidamente.

─ ¿Y de dónde viene?

─ De Moscú, pero llevo cuatro años en Estados Unidos.

─ Muy bien, espero que Nueva York sea de su agrado y pase una buena estancia en este colegio. Bienvenida.

─ Gracias.

─ Ahora puedes tomar asiento junto a Nicholas. ─ anunció el señor Jeaking, lo que no tomó por sorpresa a Nick, puesto que era el único lugar disponible.

Mientras la chica se acercaba a su respectivo lugar, Nick pudo notar la no muy discreta burla de las chicas más chismosas del grupo: Kearney, Piper, Micaela y Nicol. Cuando la chica cruzaba por la fila de las víboras, notó a tiempo la intención de las inmaduras, la típica broma de ponerle el pie para que cayera de bruces al suelo que estaban a punto de gastarle.

El chico se levantó rápidamente de su asiento y justo antes de que pudieran meter el pie, Nick pasó por delante y, en un intento por disimular un gesto gentil tomando la mochila de la dama, fue él quien cayó al suelo.

When It Started  ➻ 𝐓𝐡𝐞 𝐒𝐭𝐫𝐨𝐤𝐞𝐬Where stories live. Discover now