XV. Eclipse total.

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¿Ya puedo moverme? pregunta por cuarta vez, sus dedos se abren y cierran bajo la manga del saco de vestir oscuro que usa. Siente comezón en su cuello y se desespera al no poder aliviarla.

Ya le dije que todavía no. No sea desesperado, señor Malik.

El pintor exhala, ya estresado. Detrás de él se escucha la risita del amigo de su empleador. Zayn mira a Liam, quien sentado en el sofá de doble plaza se estira como un gato perezoso, mirando como inmortalizan la juventud de su amante. Intenta mantener su expresión neutra, pero cuando observa esa mirada de seductora inocencia, sus labios tiemblan y termina cediendo al temblor muscular en sus brazos.

Edward; el pintor que Van Brunt contrato por petición de Malik, hace un ruido de indignación y se aleja del lienzo en el que trabajaba para mirar con reproche a su musa.

Cinco minutos de descanso, señor Malik. Es lo que tardo en fumar un cigarrillo en su jardín traserose levanta del banco donde descansaba, sacudiendo sus ropas manchadasPero cuando vuelva, pediré que se mantenga profesional para poder terminar su cuadro. ¿Está de acuerdo?

Zayn Malik asiente a la par en que baja del escalón improvisado que Edward le puso para poder pintarlo de cuerpo completo sin obstáculo a sus ojos. Camina a paso lento, dándole tiempo al pintor de salir sin mirar detrás suyo. Cuando llega hasta donde se encuentra el castaño, se inclina sobre este, con una mano en el respaldo del sillón y otro a la altura de la cabeza de Liam. Acerca su rostro hasta intimar sus bocas con un beso suave y sin prisa.

Liam jadea y sube sus manos para capturar el rostro masculino de su novio, el roce de sus bocas se intensifica y pronto sus lenguas se ven acariciándose entre ellas. Malik coloca una rodilla sobre la mullida superficie y se acerca más al cuerpo más pequeño. Le fascina escuchar los gemiditos que sus húmedos labios liberan, como su cuerpo se estremece cuando una de sus manos baja para tocar su cintura bajo la camisa holgada que usa ese día.

—Es una exquisita pieza de arte la que nuestro querido amigo Dubois está haciendo aquí—ambos se separan abruptamente cuando la fuerte voz de Van Brunt suena repentinamente. De pie frente al lienzo a medio terminar, dando la espalda a ambos jóvenes.

Liam ni siquiera pudo sentir cuando es que el asesor de su amante había entrado en el lugar. Sale por debajo de Malik para sentarse decentemente, sus mejillas adquieren un color rojizo por la pena. Pero no huye de la cercanía que tenía contra el costado del más alto. Siente una suave caricia en el dorso de su mano; esperando ser tranquilizante.

—Ha logrado plasmar perfectamente tu juventud y belleza, muchacho—prosigue el hombre, sin dejar de ver el lienzo. No los mira a ellos, sabiendo que su protegido se acerca a su encuentro—Tiene bastante talento, este joven. Es una lástima que el tiempo se encarga de marchitar las flores de primavera y con el tiempo aparecen nuevas. Nada ni nadie es para siempre.

Zayn ríe por la expresión. Se cruza de brazos, también examinando su retrato todavía un tanto húmedo. Se encuentra con su mirada oscura contrastando con los tonos de fondo. Hay ferocidad, salvajismo y poder, sensualidad y lujuria. Sin embargo, sabe que, efectivamente, nada es para siempre y el pensamiento de ello lo golpea abruptamente. Como un miedo alojado que por fin sale a la luz. Sabe que en algún momento morirá y todo su trabajo, todo su arduo trabajo, todo por lo que lucho desaparecería con él en la historia de Londres. Muy pocos, sino unos cuantos, recordarían su nombre, y con ellos su legado moriría poco a poco. Siente el miedo, pero no miedo a morir sino a jamás ser recordado. Miedo a ser olvidado.

No Digas Su NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora