POV - ABRIL SALVAT

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DILE QUE NO A LA FUERZA BRUTA

Verónica y yo vamos de camino a la cabaña

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Verónica y yo vamos de camino a la cabaña. Fue fácil convencerla de no decir nada, pero no pude lograr que se quedara. Decidió ir conmigo y

no para de explicarme sobre su vida, los viajes y el imperio que lleva. No me molesta que hable porque no hace preguntas y ni siquiera tengo que preguntarle, ella habla, se pregunta y se responde a sí misma.

Autosuficiencia o egolatría, todavía no lo sé, pero me cae bien.

Por fin llegamos a la gran puerta de madera. Respiro hondo. Esta vez no hay cabida para los nervios. Decido dar el primer golpe y, para mi sorpresa, Verónica me roba un beso. Es caliente, huele muy bien, pero más allá de eso, no siento nada.

—Lo siento, tenía que hacerlo. —Se separa y no hay tiempo para reclamos. Escucho los pasos que se acercan a la puerta.

—¿Qué hacen aquí? —Thiago fija la mirada en mí, parece extrañado de que siga en el juego.

—Los bolsos están empapados y estamos descalificadas por no cruzar en la balsa.

—No es mi problema —responde y tengo que respirar profundo para no golpearle la cara de idiota que tiene.

—Dejarnos pasar la noche aquí es lo mínimo que deberías hacer.

—¿Y los demás de su equipo? —pregunta Mauricio y se para atrás de su líder.

—¿Te he dicho que hables, imbécil? ¡Espera adentro! —le reclama Thiago, y Mauricio obedece perdiéndose en la cabaña—. ¿Me vas a responder dónde está tu equipo? ¿O quieres que te lance la puerta en la cara, Abril? —Es un capullo de mierda.

—Juan Pablo y Peter se fueron a buscar ayuda para que no tuviéramos que regresar a pie. Me lastimaste —Le enseño mis dedos.

—Si eres tan diva para no querer volver al internado a pie, ¿por qué sí caminaste hasta acá? No me creas estúpido —Thiago decide no creerme, y lo entiendo, fue una pésima mentira.

—¡Porque no regresaron a buscarnos! ¡Créeme que, si no fuera extremadamente necesario, no te pediría nada!

—No tenemos bolso, ni comida. Tampoco tenemos carpas para pasar la noche y es por su culpa. Si nos dejan entrar no le diremos al director —interviene Verónica.

Thiago se voltea para observar a sus amigos y nos cierra la puerta en la cara como un patán. Sé que están en una especie de "reunión" para decidir qué hacer con nosotras, pero estoy inquieta. Verónica coge mi mano para que me calme y respiro profundo.

—Pueden quedarse, pero hay una condición —dice Thiago una vez que abre la puerta y queda frente a mí—: Si quieren comida, agua caliente y dormir cómodas, tendrán que pagarnos de alguna manera y, como sabrán, lo único que nos interesa de ustedes es su cuerpo —repone, sin asomo de vergüenza.

Quinientas veces tu nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora