Capítulo 27

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Tuve mis reparos, pero acabé buscando al mentado «Rey confiado» en internet

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Tuve mis reparos, pero acabé buscando al mentado «Rey confiado» en internet. Ese era el único sitio donde, casi siempre, podía resolver mis dudas más triviales.

No imaginan mi sorpresa al descubrir que dicha historia era en realidad un cuento infantil y no uno como «El principito» con el cual, por cierto, me sentí muy identificado cuando lo leí obligatoriamente en la clase de literatura. «El rey confiado» se podía leer en menos de siete minutos. La resumiré así: Un rey sabio quiere delegar responsabilidad porque es muy confiado y teme que alguien le haga una jugarreta, hace un concurso para seleccionar a un hombre inteligente pero de confianza. Durante el concurso, se confía y es vencido por uno de esos jóvenes.

Si ese joven lo engaño una vez...
podía volver a hacerlo y hasta tal vez quitarle su trono.

¿Quiere decir esto que, mientras ese hombre estaba en prisión, alguien más se consagró a sí mismo Zero?

¿Qué mensaje deseaba darme ese hombre?

¿Y si no hay mensaje y simplemente me hizo una jugarreta a mí?

—Carter ¡Iuju! ¿Hay alguien en casa? —La mano de Iván apareció frente a mis ojos, yendo de arriba a bajo.

Sacudí la cabeza con la intención de poner los pies sobre la tierra. Las tres personas, sentadas en mi misma mesa, me veían como un perro ve a su dueño cuando espera recibir su almuerzo. Pedían algo de mí, pero ¿qué? Miré a mi izquierda y ahí estaba James, luego a la derecha y apreció Iván, volví la visita al frente y ahí estaba Dilan.

Mi cerebro recapituló un poco.

Ese día me encontraba en la cafetería de siempre porque Dilan tenía algo de que hablarnos a los tres, hasta a Iván. Se me hizo muy rara esa invitación y no podía aguantar la curiosidad de averiguar de qué se trataba, pero cuando llegué al lugar de encuentro se me hizo difícil concertrarme en todo lo que ellos estaban diciendo.

Y así, de la nada, parecía que yo era el problema.

—¿Qué piensas, Carter? ¿Lo harás? —me preguntó Dilan sin bajar la mirada. Su rostro seguía todo mallugado.

Me retorcí en la silla, esperando la conversación que oí pero no escuché resurgiera en mi memoria; pero no lo hizo. Los diminutos cuadros blancos y negros del traje de Dilan se volvieron mi punto de enfoqué, ese en cuál podía refugiar mi mirada. Lo último que recordaba era que hablaban de lo morboso que les pareció que las frases, que Yeshua usó en su grabación, fueran tomadas del libro que Casey le regaló: una compilación de Blues... Pero de ahí en fuera no me enteré de nada.

—Perdón... ¿De qué hablas? —me rendí.

Iván impactó su frente contra la mesa, James se bebió toda el agua de una sola y Dilan tuvo que aspirar aire.

—El equipo de investigación. —El dedo de Dilan toqueteó una carpeta amarilla.

—Aja... ¿Qué con eso? —Pusé los brazos sobre la mesa para manifestar que ahora sí le prestaba atención.

La Analogía De Carter©Where stories live. Discover now