DÍA 2689: Hoy y siempre

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– Pfff, relájate con el azúcar que aún falta media hora para que empiece la boda.

Se gira hacia el reloj que hay en la habitación y cuando vuelve a mirarme, sonríe aún más que antes.

– Veintiséis minutos.

– Vaya, veo que alguien está un poquito ansiosa – respondo ante su precisión.

– Necesito acelerar el tiempo. No aguanto más sin estar casada con ella.

Niego con la cabeza mientras me río ligeramente al ver lo pava que es, que no se aleja demasiado de cómo ha estado mi hermana durante todo el día. Vaya dos patas pa un banco, pienso enternecida.

Rodeo el cuerpo de Natalia para alcanzar la chaqueta blanca de su traje de la percha que cuelga en el armario tras ella y me vuelvo a acercar para ayudarle a ponérsela.

– Bueno, ¿a qué habías venido? ¿A amenazarme? – pregunta medio en serio medio en broma mientras yo le coloco bien el cuello de la chaqueta.

– Creo que es un poco tarde para advertencias, me lo voy a ahorrar.

– ¿En serio? ¿Ni siquiera vas a pedirme que la cuide y todo eso que se dice en las películas?

Suelto la tela y subo la mirada para decirle lo que había venido a decirle desde el principio, dejando las bromas a un lado.

– Llevo años viendo cómo la tratas, Natalia, eres muchísimo más de lo que siempre he pedido para la persona a la que más quiero en este mundo.

– Marina... – me intenta interrumpir a la vez que cambia su gesto divertido por un pequeño puchero.

– No, déjame acabar antes de que se me pase el momento tierno – ella asiente y yo suspiro antes de seguir. – Natalia, siempre he dicho que por mucho que quiera a mi hermana yo no soy quién para meterme en vuestra relación, y creo que nunca lo he hecho, pero desde que somos pequeñas hemos estado muy unidas y, para bien o para mal, ella comparte conmigo todas las cosas importantes de su vida, y eso te ha incluido a ti prácticamente desde el día que os conocisteis.

Sonríe en grande mientras sus ojos no se apartan de los míos, muy atenta a mis palabras.

– Antes de que os enamorarais y antes incluso de que os gustarais, ella ya me hablaba de ti, y desde el principio supe que tú no ibas a ser una persona que pasara por su vida sin dejar huella. Esas cosas se notan, ¿sabes? Los sentimientos que le provocabas difícilmente la iban a dejar indiferente. Yo he sido testigo de cómo fueron creciendo con el tiempo, desde sus ojos brillantes cuando te mencionaba en las videollamadas de la cuarentena, hasta la felicidad absoluta con la que me enseñó el anillo cuando os comprometisteis. Contigo a su lado siempre me he sentido muy tranquila porque sabía que esos sentimientos eran más que correspondidos, porque el amor que vosotras tenéis no se puede fingir.

Niega con la cabeza mientras se muerde el labio que le tiembla por la emoción que está intentando contener y que me está contagiando, así que sigo hablando para acabar antes de que la tonta me haga llorar.

– Sé que la vida podría haber ido por mil caminos diferentes, así que yo solo quería decirte que me hace infinitamente feliz que al final hayáis recorrido el que nos ha llevado hasta el día de hoy, porque si hay algo de lo que no tengo dudas es de que tú haces infinitamente feliz a mi hermana y de que vas a intentar que eso sea así para siempre.

Asiente mientras se le derraman de los ojos un par de lágrimas rebeldes.

– Ella también me hace infinitamente feliz – balbucea.

– Oye, no llores.

Le pongo las manos en las mejillas y con mis pulgares limpio esas pequeñas gotitas saladas mientras ella empieza a negar con la cabeza y a poner un puchero.

CuarentenaWhere stories live. Discover now