15•Cobarde

2K 349 108
                                    

Vacía.

Que solitaria se veía en esos días la estación de trenes, a pesar de estar rodeado de gente, no podía evitar el sentirse solo. Todos pasan por su lado, murmuran o incluso hablan alto, no le importa eso, su concentración está puesta en aquel rubio de lentes.

Lejos.

Como si no se conocieran, quiere ir y hablar con el, explicarle todo, pero sus piernas no le responden, quizá por temor, se queda estático en su lugar, pero le mira constantemente, esperando conectar aunque sea por unos segundos, sus miradas.

Que distantes se sienten aquellos iris lilas, solo se voltean, evitando el mirarlo, ignorando su presencia. Que doloroso se sentía aquella opresión en su pecho, porque no le quedó de otra que ignorar también, pero ignorar el hecho de que pensó que todo podría seguir igual.

No lo admitiría en voz alta, pero una pequeña parte de el, guardaba la esperanza de que nada cambiara, seguirían siendo amigos, sin ningún tipo de atracción por el otro, sin ningún sentimiento que llegase a confundirlos. Pero solo eran deseos egoístas que llegaban a dañar a Rindou e incluso a el mismo.

Fue tonto incluso pensar en algo como eso, sabía muy bien que su actuar no había sido el mejor, no se encontraba nada orgulloso de la desición que había tomado.

Pudo fácilmente haber saltado de aquel acantilado de inquietudes, porque ahora sabía que no se caería, sabía que podría ser tomado en brazos por alguien. Por Rindou.

Pero fueron sus propios temores quien los sujetaron, en un abrazo que lo lleno de inseguridad. Souta no salto del acantilado, simplemente dio un paso hacia atrás. Como siempre lo hacía.

Hecho un último vistazo, pero solo se encontraba el recuerdo vacío del chico de gafas. Suspiro cansado, mañana podría ser otro día, bueno o malo, solo el destino lo sabía.

Ah que vacía se siente la estación sin ti.

                               • • •

Bienvenido hijo.– su padre miraba entretenido la televisión, imaginó que era alguno de esos programas policiales que tanto le gustaban.– Deje algo para ti en tu habitación.

–¿Para mí? ¿Que es?– las sorpresas de su progenitor no eran las mejores, siempre algo terminaba por salir mal. Nunca se sabía.

–¡Sorpresa! Ve a averiguarlo.– siguió en su labor de ver la transmisión de aquella pantalla, pero su cabeza no estaba prestando atención a lo que sucedía. Notaba rara la conducta de su pequeño hijo, llegaba y se encerraba hasta la hora de la cena, donde casi no producía palabra alguna, estaba preocupado, pero no era bueno expresándose, por eso mismo esperaba que el pudiese ayudar a Souta.

El menor se dirigía a paso lento hasta su cuarto, se sentía agotado mentalmente, solo quería recostarse y dormir hasta tarde, era así como escapaba de su realidad, durmiendo, esperando que al despertar, todo estuviera mejor.

Giro la perilla, y abrió con cuidado la puerta, vaya sorpresa la que se encontraba allí. Estaba sentado sobre la cama, su rostro reposaba sobre su mano izquierda, mientras en la otra yacía unonde sus mangas, parecía entretenido, pero en cuanto sintió una presencia, se volteó y divisó al ojiazul.

–¡Angry!– se levanto rápidamente, mostrando una sonrisa radiante, aunque su semblante cambio drásticamente en cuestión de segundos.– ¡Por Dios! Me tenias preocupado, ¿Que pasa contigo? ¿Acaso te sientes mal?

Si bien no asistían a la misma escuela e incluso no sé podían ver tan seguido como quisieran, esos problemas no habían sido ningún impedimento para que su amistad creciera.

Broken || RinGryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora