30 - Una lógica que duele

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—Es que pasó mucho tiempo hasta que se le dio la oportunidad de saber.

—Si, algo me ha dicho.

—Fue difícil, ¿sabes? —empezó diciendo Griselda mientras movía la comida en su plato—. Muchas veces he intentado verlo cuando apenas había ocurrido todo, pero mi marido ha sido tan estricto en no querer mantener relación con la otra parte de la familia...

—Me imagino que fue duro.

—Yo también he sido cobarde. Creo que podría haber luchado más.

—No te tortures, Griselda. Hay veces que todo se complica y no vemos acción posible.

Ella asintió y el silencio invadió el comedor.

—Hábleme de ella. ¿Cómo era?

Griselda sonrió ante la pregunta. Hacía mucho que no hablaba sobre su hija de una manera profunda y le gustó poder hacerlo. Olivia también disfrutó al conocer un poco más sobre lo que era parte de la vida de Tadeo.

Según lo que contaba Griselda, había sido una mujer increíble. Desde chiquita se había sentido atraída al mundo del arte.

—Nunca le gustó estudiar, pero tenía un talento enorme para cualquier tipo de arte. Desde la pintura y el piano, hasta el baile y el canto.

Olivia sonrió escuchando aquello. De pronto, la forma de ser de Tadeo respecto al estudio y a ese lado bohemio cobraba sentido.

—Ella vive en él, por lo que me cuentas...

—¿Lo crees?

—Ahora más que nunca.

Griselda sonrió de una manera especial.

—Ojalá poder contarle esto a Tadeo alguna vez.

—Seguro se dará la oportunidad. Entre sus cosas para el viaje vi la caja que usted le dio.

—¿La de las fotos?

Olivia asintió.

—Creo que allí encontrará el momento para regresar a su pasado. Seguro vuelve con muchas preguntas.

—Espero que sí. No quiero irme sin poder hablarle sobre lo increíble que era su madre.

Olivia también esperaba que aquello fuera posible. Sentía que tendría mucho sentido para Tadeo escuchar aquello.

Las visitas a Griselda empezaron a hacerse rutina al igual que las salidas con sus compañeros de clases. De a poco, comenzaba a formar una amistad con ellos y volvía a su casa feliz. Aunque ese acercamiento se contrarrestaba con el alejamiento hacia Tadeo.

Cuando él comenzó a trabajar, poder comunicarse había sido más complicado. Solía levantarse temprano y trabajar bastante, por lo que apenas alcanzaba a saludar a Olivia antes de que ella se fuera a dormir.

Para ayudarse con aquello, mientras uno dormía, el otro solía enviarle mensajes o fotos sobre lo que estaba viviendo. Y siempre prometían saludarse al despertar y antes de ir a dormir, aunque a veces el sueño era más fuerte y apenas podían intercambiar algunas palabras.

Tras varios intentos fallidos, habían decidido postergar las llamadas y videollamadas para el fin de semana. No era lo mejor, pero al menos podían cumplir con eso... Siempre que no hicieran planes con sus respectivas amistades, lo cual complicaba el contacto.

Las cosas comenzaban a complicarse, pero las ganas de seguir en contacto estaban ahí, golpeando sus corazones y motivándolos a pesar de las frustraciones.

Una parada en Colonia BasiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora