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Carlo Gambino no se consideraba pesimista, más bien era precavido en exceso para compensar la fe y candidez de su hermano Toni. Por eso, no solía confiar en que las cosas salieran bien a menos que se asegurara de hacerlas él mismo. Sabiendo esto, dio una gran muestra de confianza al delegarle al chino el plan de rescate de su hermano... cosa que salió sorprendentemente bien, para su mayúsculo asombro.

El abrazo a su hermano supo a euforia, libertad, reencuentro, familia. Eran todas las cosas que esperaba volver a sentir cuando llegara a Italia con el resto de su familia, ahora que sí podía tener la esperanza de que se reunieran todos. Prácticamente la materialización de sus deseos estaba a un vuelo de distancia, algo que cada vez era más posible que consiguiera.

Estando montado de camino al almacén, sonó el teléfono y quitó una mano del manillar de la moto para coger el teléfono, viendo que era Igor. A tientas, pulsó el botón de aceptar la llamada y lo sujetó entre la mejilla y el hombro mientras llevaba de nuevo la mano al manillar, pisando más a fondo el acelerador con una sonrisa en los labios.

— ¿Dónde estiar, Carlo? ¿Necesita coche? —le oyó preguntar con preocupación.

— Hombre, me lo podrías haber ofrecido hace cinco minutos y te hubiera dicho que sí. He tenido que llevarme una moto del chino. —No pudo evitar resoplar al recordar la mala organización de aquel hombre, pero ni aun así se enturbió su creciente buen humor. —Bueno, ya da igual, estoy de camino al almacén, me quedarán unos cinco minutos más o menos para llegar.

— Si necesitiar ayuda, avisar e Igor ir.

— Sí, sí... ¿Qué pasa? ¿Ya estás buscando excusas para verme antes del vuelo? —el italiano soltó una risita, imaginándose la reacción del ciborg a sus palabras. —Tranquilo, te vas a hartar de verme en Italia.

— ¡Jia, jia, jia! Muy gracioso —contestó Igor ácidamente, sonriendo secretamente al otro lado de la línea. —En ninguiún momiento le he dicho que iría allí.

— Vamos, no me jodas... —Carlo hizo un caprichoso mohín con los labios, aprovechando que el ruso no podía verlo. —Si hasta voy a dejar que el chino se suba al avión... vente, que te quiero ver probar la pizza y la passsta carbonara.

— ¡Que Igor sólo gustiar arrocitio blanco cocido! —exclamó el ciborg con exasperación.

— ¡Eso es porque no has probado la pizza! Ya verás, te va a encantar. Aunque no tanto como yo.

— No sié yo, el arrocito es difícil de superar...

Carlo bufó, haciéndose el ofendido, pero sonriendo aún más de lo que lo hacía. Después, pasaron unos segundos en un reconfortante silencio que Igor acabó rompiendo hablando con ese tono suave que reservaba únicamente para el menor de los Gambino.

— Me lo pensiaré si compartimos cuarto.

— Pero... —aquello le pilló con la guardia baja al rubio, que empezó a reírse entre dientes unos segundos antes de tirarle una pulla. —Eres un guarro, que lo sepas.

— ¡Tú también, no me jodias! —chilló Igor.

— Sí, pero yo lo admito. Es más... voy a ser bueno y no te voy a hacer esperar a que lleguemos a Italia. Podemos hacerlo en el baño del avión.

Hubo otra pequeña pausa en la que Carlo llegó hasta la puerta del almacén, aprovechando para aparcar al lado y bajarse de la moto, apagándola. Ya con las manos libres, cogió las llaves de la puerta con una y sujetó el teléfono con la otra.

— Oye, te voy a colgar, que ya he llegado y tengo que ponerme a guardar cosas, ¿vale?

— Le veo en el avión, italianitio —aseguró Igor con un tono que no admitía réplica. —Y hariemos eso que ha propuestio...

— Vale. —Al rubio volvió a asaltarle la sensación de tener un mal presentimiento, así que antes de arrepentirse, decidió ser claro una vez más. —Igor... sé que lo hablamos anoche antes de dormir, pero... si pasa algo malo a última hora y alguien se queda atrás, tú súbete al avión. Sé que eres alguien leal y que darías tu vida por los demás, pero no quiero que te pase nada. Tú súbete al avión y estate a salvo, ¿de acuerdo?

— No me venga con esas, Carlo... —escuchó al ruso suspirar al otro lado de la línea antes de continuar con decisión. — No dejarié a nadie atrás, lo sabie. Va a salir bien, ya sacamos a camarada Toni de federal y en cuestión de minutios nos reunimios y nos vamos lejios, a empezar de nuevo juntios.

— Está bien —fue el turno de Carlo de suspirar y cuadrarse de hombros, autoconvenciéndose de que lo que decía Igor, era lo que iba a pasar. —Va a salir bien. Nos vamos a ir a tomar por culo de aquí y a ser felices con un montón de dinero.

— ¡ESA ES LA ACTITUD, COJIONES! Ese es el Carlo que coniozco.

— Hombre, conocerme me conoces ya a fondo... —soltó una risa al escuchar cómo le llamaba "hijio de putitia" entre dientes y prosiguió, cambiando la voz a una llena de esperanza contenida. —Entonces sí te vienes a Italia, ¿no?

— Que sí, pesiado. Que me voy a Italia a comier todas esias cosas que dice. ¿Contento?

— Mucho. —Afirmó Carlo con una radiante sonrisa. —Es una promesa, ya no te puedes echar atrás, ¿eh? Que ya sabes lo que pienso yo de la gente que no tiene palabra.

— Lo sié, lo sié... Anda, cuelgue; que cuando anties termine, anties nos reunimios y nos vamios.

— Vale, celosa, no me eches mucho de menos, ¿eh? —soltó Carlo riendo, medio en broma, medio en serio.

— Tranquilo, cariñio, sobrevivirié —replicó Igor ácidamente, esbozando una sonrisa que nadie pudo ver y colgando para tener la última palabra.

Ninguno de los dos se imaginó que esas serían las últimas palabras que se dedicarían en mucho tiempo, pues aunque ambos escaparon en avión de la ciudad, uno lo hizo con el corazón débil por la pérdida de sangre y libertad al verse apresado, mientras que otro huyó con el corazón roto por el forzado abandono de un incipiente amor al que no tuvo la oportunidad de llamar como tal, pues confió en que tendría todo el tiempo del mundo para hacerlo.

Aun así, ninguno tuvo duda de que su historia sin empezar era de las que no se olvidan; ni aunque prueben otros labios, otras promesas y otras vidas.

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Ahora sí, este es el final de la historia. Siento que sea abierto y con un sabor agridulce, pero esta historia en concreto la he basado en el canon y no puedo saltármelo (aunque le haya metido las escenas hots de las que nos vimos privados en Marbellita). 

Quiero aprovechar para daros las gracias por las 3K visualizaciones, los más de 500 votos, por incluir esta historia (y otras) en vuestras listas de lectura, por leer, comentar y estar ahí, ya sea de forma visible o leyendo desde las sombras. Todos y cada uno de vosotros me habéis aportado muchísimo y os estaré eternamente agradecida por tanto apoyo. Realmente no me lo esperaba en absoluto. 

Para endulzaros un poco el mal sabor de boca del final os comento que se viene próximamente una actualización de Stay with me (es otra de mis historias, pero con temática Tiny, si no la has leído ¿a qué esperas?). Y además, ya tengo otras historias en mente... como diría Igor: "se vienen cositias".

Nos leemos próximamente. Besitos a todos. 

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