5.

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La revancha de Carlo se tuvo que ver pospuesta. Le tomó todo un día recuperarse del "percance" que había sufrido a manos de Igor y cuando volvió al trabajo, se encontró con que García los había traicionado y todo estaba patas arriba. Una vez más, le tocaba lidiar con el desastre de otros.

Dirigió toda su potencial ira en Salinas, descargándose con él mientras metía mierda en su relación con Lina. El abogado se lo merecía por ser un bocazas y un putero, además era una agradable distracción y lo único que le hacía reírse en esos días llenos de planes, adrenalina y paranoia.

La carrera contrarreloj para dar caza a García comenzó y con ella volvieron las misiones del chino, las reuniones en las cárnicas y la presencia de Igor en su vida, a quien no había visto desde entonces. La situación no era la más propicia para hablar, así que solamente se dedicaban largas y significativas miradas.

En esas miradas, se decían todo lo que no podían con palabras y era mucho más de lo que podían o querían leer. Pero había algo que ninguno podía negarse a sí mismo: la intensidad entre ambos crecía como la espuma y ni siquiera hacía falta que se tocaran para sentirlo.

Y de repente allí estaban, días después, invadiendo El Humane por culpa de un nuevo plan del chino del que no había escuchado una mierda, a pesar del mucho texto de siempre. Ya había demostrado que su parte de las misiones las cumplía con éxito, no era su primera vez.

Todos se fueron colocando en sus posiciones y fueron avanzando paulatinamente, comunicándose por radio cada vez que abatían a los guardias y la zona quedaba despejada para poder proseguir. Todo estaba siendo rápido, limpio, eficaz y preciso. Sin errores.

De un momento a otro, Carlo notó que los demás se habían adelantado y que en esa escalera que bajaba al nivel donde estaban sus compañeros, solo estaban él e Igor. Ambos iban con máscara y gabardina, pero se reconocían el uno al otro perfectamente.

Era una oportunidad demasiado buena como para dejarla pasar.

Carlo se acercó a Igor, invadiendo su espacio personal con toda naturalidad, pegándose a él mientras lo arrinconaba contra la pared y le hablaba bajito, en un tono cargado de ironía y cierta pasivo-agresividad.

— Sería una lástima pegarte un tiro si te pusieras delante.

Igor ni siquiera esperó a que terminara de hablar para replicar de inmediato, con evidente sarcasmo.

— Sí, sí, seguro. Claro, claro...

— Sería una lástima, eh —lo siguió picando el italiano, disfrutando al ver cómo el ruso caía de lleno en sus provocaciones, como siempre.

— Súper triste serría, ah —el acento ruso cada vez se marcaba más a medida que hablaba, delatando que la cercanía de Carlo le afectaba.

— Sería una lástima que te pusieras delante y te cayera una balita —continuó Carlo, despegándose de él al oír la voz de Hai por radio y recordar que estaban en medio de una misión.

— Disfrutarías y se te pondría tiesa. Hijio putitia.

Carlo se quedó sin habla durante un solo segundo, anonadado con esa respuesta. Después, sonrió pérfidamente bajo la máscara que llevaba y volvió a pegarse a Igor, hablando en un susurro.

— Bueno, tú ya has visto cómo se me pone cuando la tengo tiesa. ¿Qué pasa? ¿Quieres verla otra vez? —su voz bajó una octava y se convirtió en un siseo en su oído, como si fuera una serpiente tentando con placeres más allá de lo terrenal. —Ya sabes lo que tienes que decir...

Igor tragó saliva y se removió nervioso, pero sin ceder. Oculto bajo la máscara, se esforzó en que su voz no reflejara su creciente nerviosismo y enfado. —Que te lo pidia Tiffany, que ya hasta te la ha... —hizo con la mano un gesto obsceno, reflejando una masturbación.

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