Capítulo 3; Miel

8 0 0
                                    

Megan:

Me llevo el Kit Kat a la boca mientras contemplo las vistas de Japón desde el rascacielos.

Nos habíamos vuelto locos comprando en una tienda de dulces japoneses. Cogí para mis hermanos y mi sobrina. Y desde que probé los Kit Kat de melocotón no he dejado de comer uno tras otro. Tal vez deba ir mañana a por más.

Los primeros dos días el jet lag fue insoportable pero ya nos estábamos acostumbrando. Ya estábamos empezando a ser humanos. Anoche pudimos dormir bien y hoy aunque hemos estado activos lo hemos aprovechado dentro del hotel. 

Un albornoz envolvía mi cuerpo desnudo. Mi pelo goteaba la almohada. Acababa de salir de la ducha con Liam, el se quedó un rato dentro para quitarse la barba anticipada, ya que duchándonos no nos estábamos duchando, que digamos.

Una vibración me distrae haciendo que busque el teléfono. Es el de Liam. Un mensaje. Voy a dejarlo en su mesa de noche cuando leo sin querer <<Cessi>>

Cessi. Su compañera de trabajo.

Miro hacia la puerta del baño, aún oigo la maquinilla.

No se por qué pero leí el mensaje.

Cessi.
Holaa. Tenías razón. Me ha encantado. A ver si nos volvemos a ver. ¡Te debo una!

Frunzo el ceño. Se me contrae el estómago. ¿Por qué Liam nunca me habla de ella?  si al parecer se llevan tan bien.

Cuando la maquinilla se apaga, dejo su móvil y me coló de nuevo en mi lado. Sale del baño y por un momento pienso en quitarle la toalla que cuelga descuidadamente de su cadera.

—Me debería dejar barba. Como ahora soy mafioso. Igual que Matteo, me dará un aire rudo. ¿No crees?— ríe.

Me mira con curiosidad.

—¿Qué pasa?

Pienso en si decírselo o no.

—Tienes un mensaje.— solo digo eso.

Me mira antes de ir a por su móvil. Lee en silencio y luego se gira hacia mi.

—¿Estas celosa?— sonríe.

—No.— digo tajante.

—Es una amiga, Meg.— dice acariciándome el brazo.

Aprieto los labios. A lo mejor estoy haciendo un drama, pero no me esperaba esto.

—¿Por qué nunca me hablas de ella?

—Por si te ponías celosa.— se ríe.

—Bueno pues ocultármelo es peor.

—No estaba ocultando nada.— su gesto cambia.

 —¿A qué iba ese mensaje entonces?

—Me dijo que se sentía sola.— no le dejé terminar y me levante.    

—Nos acabamos de casar, joder.

—Meg, coño. Le dije que tenía un amigo que podría estar interesado, Harry. Quedaron y pues solo me contó como le fue. No debes preocuparte.

Lo miro con precaución. 

—Joder.— susurré.

Liam suspira y se levanta. Se acerca a mí. Coloca mi pelo aún húmedo detrás de mi oreja. 

—Pensé que era obvio que eres la única mujer de mi vida.— susurra haciendo el momento más íntimo. 

Cierro los ojos arrepentida. 

—Está bien, amor. Me gusta que de vez en cuando recalques que nadie puede entrar entre tú y yo. Dominante, amor. Domíname.

Lo miro y sonrío. Dejo mi albornoz caer al suelo. Liam despega por primera vez sus ojos de los míos para luego recorrerme con la mirada.

Le desamarro el nudo de la toalla y trago grueso. 

Me lanzo a sus labios. Tal vez con algo de enfado por el momento. 

Hago que se siente en la cama y me subo encima. Algo duro debajo de mi.

—Me desgastarás. 

Río. Realmente no hemos parado.

Mi marido da un suave empujón hacia arriba con sus caderas haciendo que mi risa se convierta en un jadeo. 

Y nos besamos de nuevo, porque no parábamos de hacerlo. Porque habíamos recolectado durante este año. Nos habíamos vuelto a encontrar. Estábamos en la cima. 

Nos enrollamos fundiéndonos en el otro. Era una necesidad. Me toca y me besa por todas partes, yo hago lo mismo. 

Estábamos exprimiendo al máximo los años que nos habían quitado, y aún nos quedaba toda una vida.

Llega un punto en el que mi humedad es insoportable. Liam me coge en brazas y me coloca en la cama, él encima de mí. 

Y baja. Y veo las estrellas. 

Y se aleja de mi. Lo miro confundida.

—Un momento.— me da un beso en el interior del muslo cuando ve mi cara desconcertada.

Observo su culo cuando se agacha a las maletas y rebusca en una bolsa.

Mi ceño se frunce mas cuando veo que ha cogido un bote de miel que compramos en la tienda de chuches.

¿Es lo que estoy pens...?

—Abre la boca.— se coloca de nuevo encima de mi y abre el bote.

Lo miro anonadada. Nunca habíamos metido comida... a la cama.

Abro la boca y suelta un sutil chorro en mi lengua desde arriba. Y me besa. Y me lame. Y que maravilla.

Se pasó lamiendo mi cuerpo mientras yo me calentaba más. Esparció un poco a mis pechos y entrecerró su boca ahí. Gemí.

—Liam...

—Dime, preciosa.— dice besando mi estómago.

No le contesto, porque él lo sabe.

Estábamos jugando demasiado y yo ya empezaba a desconsolarme. 

 No podría describir lo que sentí cuando puso el líquido espeso por los alrededores de mi parte íntima. Pero sé que fue una experiencia maravillosa. 

Terminamos rendidos, era de madrugada. Liam dormía en mi pecho mientras acariciaba su pelo. 

Todo iba en línea recto. Era perfecto. Y una pequeña sensación dentro de mi aún me hacía dudar. 

Dudar de sí merezco esto. Si los que me rodean merecen más y sobre todo sí esto dudaría mucho tiempo.

Me dormí ignorando los pensamientos, pero se que me estaban comiendo poco a poco.




~



—Qué fuerte que nos estemos preparando en Japón y que en unas horas me gradué en Italia.—ya había acabado nuestra semana de luna de miel.

Me mire al espejo sonriente. Vestía un mono azul. Mi pelo estaba suelto en ondas. Los tacones me incomodaban al no estar acostumbrada y me maquille un poco.

—Estoy orgullosa de ti, Megan.— Liam apareció detrás de mi.

Le sonreí con cariño y me giré hacia el.

—Tendrás el lugar que te arrebataron.

—Tú eres ese lugar, Liam.

Me miro con un brillo en los ojos para después cogerme de la cintura y besarme intensamente.

Me separé y sus labios estaban rojos por mi pinta labios. Sonreí. Empecé a besarle la cara, más marcas.

TÚ Y YO,  UNA VEZ MÁSWhere stories live. Discover now