18. Ayuda, Chayanne

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Suspiré.

—Bueno.

Saqué el teléfono de mi bolsillo para buscar una publicación de esa crema. Salía mucho más que mi shampoo kerastase. Casi me dolió darle a comprar.

—No puedo creer que hayas gastado todo ese dinero sin pestañear pero te niegues a buscarte un hotel —protestó mientras salía de encima de mí. Me quitó la manta manchada y se detuvo a ver el charco que dejó la crema en el suelo—. No hacía falta que la compraras. La mía era una imitación.

Me senté de golpe.

Qué hija de puta.

Dejó la colcha en el suelo, a un lado de la cama, y se subió a su asiento de gamer. La computadora estaba encendida y mostraba en la pantalla un video en pausa. O creo que era cuevana.

Me pregunté si ella estuvo viendo una serie durante todas esas horas que yo me congelaba en el suelo fuera de su cuarto.

—Voy a cancelar la compra cuando salga de aquí.

Ella se alzó de hombros, recogió uno de los tarros de maruchan de su escritorio y extendió el brazo para que lo tomara. Acepté su ofrenda de paz junto con el tenedor. Ella despegó sus palillos antes de comenzar a comer.

—No me gusta que tomes decisiones que me afectan sin preguntarme primero —dijo de repente, sin apartar la vista de sus fideos—. Siento que te pasas por el culo lo que yo pueda pensar.

Hice un puchero.

—Lo siento —respondí con sinceridad mientras revolvía mis fideos. No sabía si lo que había en la sopa eran camarones u otra cosa—. Estaba tan concentrada en darte el dinero que cuando se me ocurrió algo, lo hice sin pensar.

—¿Qué dinero?

Levantó la cabeza de su sopa y yo también.

Jess tenía una pierna flexionada sobre su sillón y la otra colgando. Llevaba un pantalón de pijama holgado pero la tela se había levantado en la pierna que estaba doblada. Sobre su camiseta gris había una pequeña mancha de sopa.

Así, sin el maquillaje, comiendo sopa con palillos y en su sillón gamer, se veía adorable.

Basta, era muy linda.

—¿Te acuerdas cuando me quedé a dormir en tu casa y de la nada aparecieron tus padres? —Ella asintió y se limpió la boca con la manga de su camiseta—. Saliendo del edificio me encontré con tu mamá.

—¿Mi qué?

Se ahogó con un poco de sopa y comenzó a toser.

Asentí para agregarle veracidad a mis palabras. Esperaba que no se enojara mucho conmigo.

—Vino a darte dinero y como tu padre le dijo que éramos novias ella me lo dio a mí y me dijo que te pague el alquiler. Dicho así suena muy random. —Me rasqué la nuca—. A lo mejor sí fue mega random. Y tu padre dijo que tu madre le metió los cuernos. Que bizarro —reí nerviosa.

Ella dejó su sopa a un lado sin creérselo.

—¿Hablas en serio?

Asentí.

—Muy elegante tu mamá, por cierto. Y tu papá. Con razón saliste tan guapa.

Ella se llevó las manos al rostro como si le dieran vergüenza ajena.

—¿Por qué no me lo dijiste?

Me mordisqué el labio.

—Porque tu madre dijo que si te lo decía tú no tomarías el dinero.

Ella sabe que la odio | YA A LA VENTAWhere stories live. Discover now