Todo siempre fue una trampa

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Regulus

19 de Octubre

En tres días ya teníamos casi toda nuestra venganza planeada. Cada detalle había sido minuciosamente contemplado, a tal punto que esperaba jamás hacer algo para joder a Vee o las consecuencias serían aberrantes.

También en estos días había empeorado la tensión en las mazmorras ¿La causa? Mi idiota amiga no tenía pelos en la lengua para hacer conocer su postura, declaró, sin importar a quién, su opinión acerca de Mulciber. Opinión que no era nada favorable ni para él ni para su grupo de amigos.

Narcisa intentaba calmar las aguas culpando a la falta de saber sobre el tema que podría llegar a tener Verena. No sirvió de mucho ya que ella seguía agitando el maldito avispero de mortífagos.

—Dile que cierre la boca, ni siquiera te pido que se disculpe ¡Solo que cierre la maldita boca! —me pedía Narcisa—. Sí sigue así la matarán, sin pensar que de saberlo más sangre sucias podrían tomarla de abanderada en su causa.

—¿Crees que no lo sé? No puedo controlar las cosas que dice cuando está con su maldita amiga.

—Es difícil mantener esta interna solo en las mazmorras ¿sabes? Podrías poner un poco de tu parte haciendo que entre en razón.

—Lo haces sonar tan fácil ¿Por qué no lo intentas? 

—Pudrete, Reggie. Por cierto, madre me mandó una carta hoy, me comentó que movió unos cuantos hilos en el ministerio, están seguros de que es ella pero nadie tiene información acerca del paradero de sus padres ¿No te parece sospechoso? —inquirió.

—Sufrieron un golpe de estado, Cissy, existe la posibilidad de que solamente la mandaran a ella sola para protegerla. 

Me miró como si le estuviera escondiendo algo. Lo sabía —De todas maneras, con o sin sus padres, sabes que es lo que tienes que hacer. Que nos vean diariamente con ella es clave para demostrar que somos igual de importantes que un estúpido linaje casi extinto.

—¿Alguna otra demanda más, su alteza? —respondí de manera sarcástica.

—Solo recuerda dónde está tu lealtad, Regulus Black —replicó haciendo énfasis en esta última palabra.

Volví a las mazmorras, no estaba de humor para estar con los demás. Los domingos eran tan aburridos. No tenía muchos pendientes debido a que me inculcaron disciplina desde niño y mis tareas estaban al día, además no era estúpido, tenía cierta facilidad para no tener que practicar mis hechizos más de una vez. 

El tiempo pasa de manera mucho más lenta cuando la tensión en el lugar apremia, lastimosamente aún así la noche cayó, estruendosa y con ella los problemas.

Vee se encontraba en el sillón más cercano a la chimenea como normalmente acostumbra. Sí bien el grupo estaba disperso sabíamos que teníamos que estar al pendiente, ya que en cualquier momento todo se iría al carajo.

—Justo a quien quería ver —expresó Mulciber entrando a la Sala común—, mi bella princesa, escuché los rumores sobre lo que andas diciendo, ciertas cosas, un poco molestas para ser sincero.

—Hola, Pierre. Demoraste más de lo que pensaba —respondió sin sacar la mirada del bendito libro.

—Aquí me tienes. Sí tanto querías mi atención solo tendrías que haberte acercado con el vestido más apretado que tengas, yo me encargaría del resto, preciosa.

—Parece que cuando dicen que eres lento no solo se refieren a tus hechizos —dijo en tono sarcástico.

Jason y Mikkenas miraban la escena mientras acomodaban sus varitas disimuladamente preparándose para lo que pueda llegar a pasar. Ria y Silena se comenzaron a mover sigilosamente por la sala común, estaban buscando un punto ciego por sí alguno respondía ellas atacarían por la espalda.

Las cosas que nunca pasaronWhere stories live. Discover now