Todo lo que puede salir mal

123 10 0
                                    


Lily

2 de Septiembre

El primer desayuno del año en el gran comedor siempre se caracteriza por su gran concurrencia. Sentía los murmullos provenientes de cada rincón del salón, niños comparando horarios de clases, otros de último año planificando sus materias. Todos poseían una energía casi envidiable. Carajo, de verdad envidiaba que ellos sí hubieran podido dormir toda la maldita noche.

Observé a Frank con recelo. ¿Cómo era posible que él pareciera haber dormido más de cuatro malditas horas? Me serví otro poco de té, cruzando los dedos para no quedarme dormida en Cuidado de Criaturas Mágicas; de lo contrario, sería la última vez que podría hacerlo

—Sí Longbottom planea más reuniones tendrá que encontrar un horario que no afecte mi hora de sueño —se quejaba Marls mientras mordía una tostada.

—Pasé todo el verano aprendiendo hechizos de maquillaje pero me siento demasiado adormilada para practicarlos sobre mi cara —se lamentó Mary.

—Lo haría por tí pero ni siquiera tengo fuerzas para gastarte una broma —respondió la rubia.

—Dorcas...

—Sabes que no lo haré, Mary, es por tu propio bien. Los hechizos de maquillaje de seguro se me dan fatal.

—Yo creo que siempre te ves genial —dije apenas posó sus ojos de cachorro en mí.

No mentía; siempre había admirado la belleza de Mary. Desde que la vi por primera vez, supe que no había magia que pudiera igualar sus perfectos pómulos y su sonrisa impecable. Su confianza invulnerable la hacía la perdición de más de un idiota en el castillo. A veces pensaba que era como esas chicas, ¿sabes?, la protagonista de todas las películas de amor, siempre envuelta en enredos románticos sin alterar su perfecto maquillaje.

—Todos me recordarán por ser la única que se ve fatal y llena de ojeras el primer día —se quejó—. Creo que dormí un total de cinco horas...

—Yo no pude dormir en toda la noche... Tengo como una mala sensación en el estómago, como si algo no estuviera bien.

—¿Te refieres a los kilos de cordero que comiste ayer? —bromeó Marlene, a lo que Dorcas respondió mostrándole el dedo medio—. Después de lo que nos dijo Frank, es normal pensar eso, Cas. Solo recuerda que acordamos enfrentarlo juntos.

—Tengo una larga lista de hechizos para usar contra ellos. No son las serpientes mi principal preocupación... —respondió Dorcas pensativa—. Debería haberlo mencionado anoche, pero aún estoy pensando mucho al respecto. Días antes de venir, me colé en el despacho de mi padre y encontré unas cartas. No tenían destinatario, solo horarios y nombres del personal del Ministerio, horarios que iban más allá de las horas convencionales de trabajo. No hace falta ser un genio para suponer que algo realmente gordo se avecina... Lo más intrigante es que la mayoría tenía dibujado un pequeño fénix.

—Mierda... —musité.

—Por sus caras puedo suponer que también durmieron del carajo —nos interrumpió Black.

—Tan oportuno como siempre —susurró Dorcas.

Sirius tenía toda la intención de ignorar el comentario e igualmente se sentó al lado de Marlene. Ella solo nos hizo una seña como sí no pudiera hacer nada, como si las preocupaciones de Dorcas no fueran más que un monstruo en el armario y conseguir un maldito novio fuera mucho más importante.

—Muero de hambre —anuncio James— ¿Están bien? Parece como si hubieran visto un boggart...

—Solo fue una mala noche —respondió cortésmente Mary.

Las cosas que nunca pasaronWhere stories live. Discover now