Capítulo 9

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Cuentos que no son cuentos

A mi lado va Ary con un adormitado Noah en brazos, delante Melissa, William, Sofía y Mason; y sujetando mi dedo meñique está la gemela Nadia, pues, pese a que no es nuestra responsabilidad conducimos a los pequeños hasta sus habitaciones.

No sé por qué, pero tenía la extraña idea de que los dormitorios serían por género, y para mi sorpresa están distribuidos por aficiones académicas, así que mis niños comparten cubículo.

A diferencia del resto de las instalaciones, esta se asemeja más a un hogar. Tras la puerta de madera con el logo Arte B6, relucen cuatro paredes blancas impolutas, adornadas por algún que otro cuadro y una foto de los seis pequeños.

Tanto a mi izquierda, como a mi derecha encuentro tres camas adornadas personalmente y sus respectivas mesitas individuales, dejando frente a mí un pasillo que llega al final de la habitación conduciendo al baño y las taquillas donde están las pertenencias de los pequeños revoltosos.

Con cuidado Ary deposita a Noah en su diminuta cama, y de forma inmediata este abraza un pequeño dinosaurio de peluche que allí estaba; el resto, cuando tienen sus pijamas puestos se dirigen hasta sus lugares, mas no tienen intenciones de dormir, sino de que les cuenten una historia.

- Ary, cuéntanos una de tus historias porfaaa- pide Sofía haciendo un puchero

- Venga Ary, porfa porfa porfa- suplica Melissa, seguida por un interminable "por favor" a coro

-Vale, vale- responde Ary mientras se sienta en el suelo del centro de la habitación, al instante todos la imitan.
Yo me recargo en el umbral de la puerta y observo la escena.

-Había una vez una princesa que no tenía castillo, ni príncipe, ni reino-comienza

- ¿Entonces como era princesa?- consulta Nadia

- Pues era la princesa de Saturno y allí no vivía nadie más que ella, por eso, todas las noches, se sentaba en su balcón y releía los cuentos infantiles, que hacía mucho tiempo habían llegado a su planeta; en ellos se relataban como poderosos príncipes, se enfrentaban a despiadados dragones para conquistar el corazón de sus amadas-

Con cada frase, se dibujaba una nueva expresión en el rostro de los pequeños e inconscientemente, me adentré hasta la mesita a mi izquierda y tome lápiz y papel para plasmar lo que mi cabeza imaginaba

-Al finalizar cada libro la princesa se preguntaba porque su príncipe tardaba tanto en llegar, hasta que un día decidió no esperar más y viajar en busca de su historia de amor perfecta, sin saber que la libertad que se ofreció a sí misma en el momento de salir a luchar por sus sueños fue la mayor historia de amor jamás contada; pues el Amor Propio, mis pequeños, es el más perfecto de todos-

-Wow- murmuraron atónitos

-No dejen que nadie les diga que hacer y que no, que deben ser y que no; si desean ser Princesas o Príncipes, séanlos, porque el confiar en ustedes mismos los va a llevar a construir su historia de amor perfecta- concluye Ary poniéndose de pie y llevando a cada pequeño a su cama.

Yo por mi parte creo que es la primera de historia que escucho que no se refiere a una mujer indefensa o un hombre obligado a desposar y luchar por una mujer que apenas conoce.

Me alegra que se les inculque el amor propio a estos niños, pues a ciencia cierta la mayoría de nosotros hemos crecido pensando que todo es perfecto, que no existen más colores que el azul y el rosa, que somos príncipes en busca de una princesa a la que salvar, que debemos ser valientes frente al dragón para obtener ese "Y vivieron felices para siempre". No nos cuentan que existe una paleta entera de colores donde los que más predominan son las escalas de grises. Que no hay princesas a las que salvar, que ellas ya se salvan solas, que los dragones son sólo nuestros miedos y que el felices para siempre tiene fecha de caducidad.

EmpíreoWhere stories live. Discover now