Gimoteo en anticipación, pero él se detiene, mojando sus labios con su lengua y mirándome con esos ojos azules infinitos...

—¿Qué pasa, Noah? —pregunta, en un susurro sedoso, directo en mi oído.

—Que te deseo, eso pasa —A la mierda todo. Quiero sentirlo, y lo quiero ya.

—Bien... Porque yo también te deseo. ¿Listo para más?

Asiento desenfrenadamente, y es entonces cuando mis manos rozan su erección por encima de ese bóxer negro que no pude evitar mirar mientras le desabrochaba su pantalón de jean gastado. Pero entonces, todo se evapora... Caigo de la cama, aterrizando con fuerza contra el suelo de madera de mi loft, desorientado y cubierto en una fina capa de sudor.

¿Qué carajos fue todo eso? ¿Es que acaso estaba a punto de tener sexo con un chico? Sorprendentemente, no me molesta esa idea en lo absoluto. A decir verdad, estoy sonriendo como un idiota mientras me levanto del suelo, y arrastro mi trasero cachondo (presumiblemente gay) al baño. Una vez allí, un sujeto con ojos salvajemente nerviosos, cabello despeinado, y respiración agitada me devuelve la mirada del otro lado del espejo ovalado. Los latidos acelerados en mi pecho, hacen eco de los restos de un rostro que se desvanece, llevándose consigo labios carnosos y rasgos varoniles demasiado adictivos.

Ahora me persigue en mis sueños de forma constante. Lo ha hecho durante estos últimos tres días. Necesito saber más sobre todo este misterio sin resolver, o las pocas neuronas coherentes que me quedan se van a fundir como fusibles. Desesperado porque la cafeína surta efecto, tomo dos sorbos largos de café, y mientras termino mis tostadas, reviso mi celular. Mierda. Dos mensajes de Candace... Y sí, por supuesto que iba a ponerse en contacto. ¿Qué esperaba? ¿Que después de salir por casi año y medio se desapareciera del mapa? ¿Que se rindiera gracias a mi falta de compromiso e interés y se esfumara como por arte de magia? No. Aquí el único experto ilusionista es mi chico misterio, ese que me arrancó de los brazos del océano, y me dejó tirado en la arena con su sudadera y una condenada gaviota entrometida.

Basta, Noah. Concéntrate por el amor de todo lo que es bueno... Candace. Piensa en qué vas a decirle a ella...

Debo confesarles que aunque ella haya sido mi novia por un tiempo considerable, pese a todo, nunca fui capaz de sentir... ¿Cuál es la palabra? Ninguna. No encuentro forma de explicarles el vacío de sentirse solo estando acompañado. La verdad es que no fui capaz de entregarme a esa relación. Debería haberlo sabido mejor antes de hacerle promesas que no iba a poder cumplir. En una relación, siempre está el que ama más,  quiere más, o necesita más... En este caso, es Candace la que sale con las manos vacías. Fui un fracaso como novio, no le di nada a cambio... Quizás solo soy eso: Rey de nada.

Otro sorbo de café más tarde, contesto su mensaje que obtiene respuesta instantánea.


Candace: Noah, tenemos que hablar. 

Candace: Mándame un mensaje cuando puedas. 

Noah: Creo que tienes razón. Estoy en casa. ¿Puedes venir?

Candace: En camino. 


Leo la breve misiva con el corazón palpitando enloquecido de la ansiedad... Hace media hora estaba a punto de follarme al chico misterio, ahora estoy esperando que llegue mi novia para poder terminar con ella. Conociéndola, no va a tardar, lo que me deja escasos minutos para ponerme un par de jeans limpios y una camiseta negra. Mientras la espero, me sirvo una segunda taza de Folgers, mi marca favorita de café, y me siento en uno de los bancos largos de mimbre que enfrentan la mesada de cuarzo blanco.

Dueles Tan Bien (ChicoxChico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora