— ¡¿Por qué lloras como un maldito maricón?! — le grita su padre con una postura nada derecha y estable. El cuerpo del hombre se balanceaba de lado a lado, pero este mismo intentaba mantenerse derecho a pesar de los efectos que estaba provocando el alcohol en su cuerpo.

— L-lo si-ento. — dice Jimin con la voz cortada. Había llegado un poco tarde ya que en su trabajo de medio tiempo le pidieron que se quedará un poco más y a cambio le pagarían el doble a su sueldo del mes, y claro eso lo favorecía, por lo que no se negó, pero no pensó que su padre estaría tan pronto en casa. Apenas llegó, este mismo le gritó para saber de su anterior paradero, y con aquel simple grito, la estabilidad de Jimin perdió en esta jugada, otra vez. Su cuerpo no había dejado de tiritar e intentaba controlarse colocando sus manos detrás de él mientras jugaba con ellas, pero se sentía tan inestable que sus lágrimas salieron sin permiso alguno y aquello estaba empeorando el humor de su padre.

— Eres decepcionante. — le dice el hombre mientras camina con dificultad a la mesa de centro para tomar su vaso con whisky, tomándolo de un solo hilo. — Por eso tu madre nos dejo. Porque eres decepcionaste.

— No es cierto. — Jimin negaba con la cabeza para no seguir creyendo en esas palabras. ¿Y si de verdad ella se fue por su culpa? Se fue sin ningún motivo alguno, no dio una explicación más allá de que no quería seguir viviendo con ellos, que se merecía algo mejor. Pero si aquello era cierto... ¿Por qué le decía que lo amaba con todo su corazón? ¿Haberlo estado esperando por nueve meses y tenerlo en sus brazos por primera vez fue lo más hermoso del mundo era una vil mentira? ¿Fue solo una ilusión? ¿Todo una cruel y asquerosa mentira de su propia madre?

— ¡Tú eres el culpable! — le grita mientras estrelló el vaso contra el piso haciéndolo miles de pedazos y sobresaltando al menor. — ¡Lárgate de mi vista! No tengo ni ánimos de golpearte. — le dice con un gran desprecio. Jimin no lo pensó ni dos veces y corrió hacia las escaleras para ir a su habitación y encerrarse en ella. Cerró la puerta con seguro y dejó sus palmas pegadas en la puerta al igual que su frente. Ahí su llanto no cesó. ¿Por qué su vida era una verdadera mierda? Quería largarse pero no tenía donde llegar. No tenía amigos y no tenía contacto con su familia. Estaba solo en este mundo. Ahora solo tenía a su padre, pero no podía considerarlo un apoyo, no cuando él era el encargado de arruinarlo cada día de su vida. Se alejó de la puerta y dejó su mochila a un lado de su escritorio y sacó sus apuntes para comenzar a estudiar. Su lámpara de color azul le daba iluminación en su escritorio. Su vista estaba en sus apuntes y a pesar de que comprendía el contenido a la perfección su mente no procesaba nada y sus lágrimas solo caían en sus apuntes. Su corazón latía a una velocidad para nada saludable y sus manos no dejaban de tiritar al igual que su pierna derecha que no dejaba de moverse. Sus manos taparon su rostro y ahí siguió llorando sintiéndose un asco. Su teléfono vibró y lo observó de inmediato. Era solo un mensaje de su jefe avisándole que le había pagado de inmediato el tiempo extra que se había quedado trabajando, le respondió dándole las gracias y dejó su teléfono a un lado. Siempre sus mensajes eran de su jefe o de algún compañero de turno, pero solo se basaban en trabajo. Jimin deseaba con todas sus esperanzas recibir un mensaje de alguien esperando ser amigos, conversar hasta las tardes de la noche y reírse por un mal chiste o una anécdota estúpida que les haya ocurrido, pero él no tenía nada de eso. No tuvo amigos en la escuela, y ahora en la universidad estaba completamente solo. Solamente era un bicho raro para los demás. Nadie se sentiría a gusto con su presencia. Así era su vida a sus lamentables veintidós años.

¿Sería así toda su vida?

— ¿Por qué mi vida es tan miserable? — al pronunciar esas palabras sus lágrimas salieron aun mas rápido. Quería con todo su corazón un abrazo de su madre diciéndole que todo estaría bien, pero ni eso podía tener. No tenía el número de su madre, no tenía como saber de ella, solo se esfumó de su vida. Vio la hora en su teléfono y eran casi las diez de la noche. Se sentía agotado, pero no estaba seguro si debía dormir. Mañana sería viernes, el último día de estudio de la semana, pero aun así, no quería dormir, aquello era una verdadera batalla. Sin embargo, lo consideró a pesar de todo. Se deshizo de su ropa dejándola en el cesto de la ropa sucia y se puso su pijama de color celeste y finas rayas blancas y se acostó en su cama cubriéndose con las sábanas y con su teléfono en mano. Lo único que podía hacer era comenzar a ver alguna película o algún vídeo y que el tiempo avanzará y así él quedarse dormido en algún punto. Y así fue, o por lo menos por una hora y catorce minutos.

I Need You |Yoonmin|Where stories live. Discover now