CAPÍTULO 25: Hogar

Depuis le début
                                    

—De acuerdo... —toma aliento y luego... —. ¡Clarita hiciste que perdiera veinte euros! ¡Cómo carajos dejaste que eso pasara!

—No puedo creer que me reproches eso, Luca —digo, divertida pero también un poco ofendida—. Deberías aprender de Adrián, es el que más animo me ha dado.

—Adrián se pasó al otro equipo en mitad de tiempo...

Tramposo.

—No quiero ser aguafiestas, porque en serio me la estoy pasando bien, pero... ¿no crees que ya debemos regresar a tu apartamento?

Theo.

Debe estar ardiendo en la llamada del coraje. No tengo dudas. 

—Considerando al hombre gigante verde en el que se debe estar convirtiendo Theo, creo que sí. Tienes razón, es hora de regresar.

—Gracias al cielo —me dice Luca—. Iré por mi mochila y regreso —me informa.

Asiento y me quedo un momento a solas, hasta que Adrian vuelve a aparecer a mi lado.

—Debo irme a casa.

Me sorprende lo mucho que relaciona mi casa con el departamento de Theo. Puede que me sienta un poco acorralada como en Charlotte, pero estar en esas cuatro paredes con él, me hacen sentir protegida. Sé que no se debe al lugar, se debe a que Theo y yo hemos pasado demasiado tiempo juntos de niños, es seguro que inconscientemente haya desarrollado esa sensación de calidez de hogar cuando estoy con él.

—¿Tan rápido? Aún falta el segundo tiempo.

—No quiero que terminen por echarme —digo entre risas—. Todo el equipo perdió por mi culpa. Y tú eres un maldito tramposo —lo señalo con un dedo. 

—El débil siempre en el equipo enemigo —me guiña un ojo. 

Lo tomo en broma, pero de pronto me siento extraña ante esa frase. 

Luca viene en poco tiempo con su mochila cargada en el hombro y nos quedamos junto a Adrian charlando y riendo sobre el juego, hasta que Adrian levanta la vista por encima de mi cabeza y traga saliva. No tardo en girar y percatarme de que a mi espalda vienen los amigos de Theo: Carlo, Santi y la chica morena de quien no recuerdo su nombre.

—Ya llegaron esos imbéciles —masculla Adrian.

—¿Por qué se llevan tan mal? —pregunta Luca. Adrian lo mira como si fuese una pregunta absurda.

—Casi olvido que eres un turista —dice con desdén.

Le pongo mala cara a Adrián.

—¿Y eso significa? —cuestiona Luca.

—Significa una mierda.

Miro a ambos, de repente los aires han cambiado mucho.

—No, de verdad, dímelo. He oído cosas malas de ustedes y tengo algunas sospechas que quizás no te guste oír.

—¿Ah sí? ¿Cuáles?

Miro a Luca, no sé que va a decir, pero trato de evitarlo.

—Pues... —Luca se acerca un poco más, Adrián hace lo mismo—. Que ustedes tuvieron que ver en el incidente de mi amigo Jake. 

Adrián ríe. 

—Te recuerdo que tu amigo me golpeó con una botella.

—Y yo te recuerdo que tú le robaste dinero... —Adrián se queda en silencio, Luca continúa—. No se lo había dicho a Liana, pero estoy seguro de que tu amigo Huk, ese imbécil grandulón, fue quien lastimó a Jake. Lo he visto usar flechas y lo he visto cazando animales cuando fui de visita al valle —Adrián pasa saliva—. ¿Qué curioso, no? Que una flecha haya herido a mi amigo y que ese tipo sea aficionado a ese deporte. Y ahora tú diciéndome que soy un turista, como si eso fuese un pecado aquí en Procida. Qué tontería.

Cuando te enamores de mí.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant