Prólogo

34 7 25
                                    

Ana

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Ana

Los árboles, desde donde los miro, parecen tener vida propia, dándome la bienvenida a un lugar donde un día fui realmente feliz.

El taxi en el que voy, va un señor que ha intentado darme conversación tres veces, pero ni yo tenía ganas, ni él lo hacía de verdad. No se si es por mi aspecto cuando me ha visto o el pensamiento que le ha surcado por la cabeza nada más verme.

En el fondo lo entiendo, mi pelo liso color marrón, se ha oscurecido un poco más que el año pasado, no se si porque es signo de estar creciendo o por toda la mierda que he pasado este año. Suena catastrófico este pensamiento, pero al recordar mi estancia en ese lugar, hay malos recuerdos, como las noches oscuras o cuando me sentía sola, pero justo cuando conocí a mi dos ángeles de la guarda, conseguí estar mejor. Ya no me sentía sola, ya no tenía que aguantar sola todo lo que me ocurría pero sobre todo, lo que me ocurrió después.

Instintivamente cierro los ojos al recordar todo aquello y los árboles desaparecen, ya no bailan al son de la música de mis cascos y ahora a mi alrededor solo puedo ver oscuridad, donde una vez me pareció que nunca podría salir de ella.

Cuando abro los ojos vuelve a sonar mi música, donde suena Youngblood de 5 Senconds of Summer, y vuelvo a ver otra cosa después de varios árboles que dejamos atrás con el taxi. Veo ese lugar en donde lo vi por primera vez y después tantos recuerdos felices. Veo nuestra playa de Phorks.

Ahora sí es real, ahora estoy en casa. Otra vez en casa, otra vez en el lugar donde dejé a todas las personas que me importaban, a las personas que quería, pero sobre todo a él. Ese chico de ojos tiernos y mirada dulce, donde yo era el centro de su mundo pero también de un centro que podría destruir si no me iba.

Sus ojos marrones me han perseguido todo este año y también la felicidad que me embargaba cada vez que lo oía tocar en la radio. Me imaginaba sus ojos dulces tocando el bajo con esa pasión que solamente él tiene. Sí, el grupo está lleno de pasión pero cuando él comenzaba a tocar, era el único sonido que podía escuchar. Ni la voz de Paula con la guitarra podía oír, ni el sonido de la batería del tan risueño de Eros, ni tampoco el piano de Emma con la melodía dulce como ella y ni hablar de la guitarra de Carlos. No podía escuchar nada que no fuera él. Luke Relish.

Aún recuerdo cuando estuvieron en la ciudad, quise ir corriendo, decirles que estaba bien, que lo iba a estar, que me recompondría y volvería, pero no podía. Y cuando ese pensamiento me recorría por todo el cuerpo, ahí estaban ellos. Dos personas que desde que me acogieron se convirtieron en parte de mi familia. Porque para ser familia no es necesaria la sangre.

Hoy esas dos personas me acompañaron al aeropuerto y entre un mar de lágrimas nos despedimos, no sin antes prometerles cincuenta veces que les llamaría y que ellos me prometieran cincuenta y un veces que vendrían a Phorks a verme y a conocer a esos grandes chicos que siempre recordaba, pero más a uno en concreto.

Un loco sin remedio [ SR #2 ]Where stories live. Discover now