Flores marchitas

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– Entonces, tú eres el famoso Lee Minho– pregunta la tía de Chan mientras coloca un vaso con jugo en la mesa – Mi sobrino me ha hablado mucho de ti.

Cuando se estaban besando en el patio, la mujer abrió la puerta de la casa causando que se separen bruscamente y, si bien no vio nada, pudo notar la tensión que emanaba de los jóvenes.

Los hizo pasar al interior y le sirvió un plato de comida a cada uno además de unas bebidas.

–Sí, ¿qué le ha contado? – preguntó el bajito sonriendo.

– No es necesario...

– Qué eres muy lindo – interrumpió la mujer a su sobrino – y ya veo que sí, seguramente muchos chicos y chicas están sobre ti.

– Demasiados – se quejó el mayor rodando los ojos y Minho se avergonzó por los comentarios.

– No es porque sea mi sobrino, pero sé que él sabrá respetarte y...

–¡Tía! – la reprendió ocultando su rostro entre sus manos por la vergüenza.

– Sé que será así – dijo Minho finalmente – Chan es increíble.

El más alto le sonrió pues al parecer ese beso fue más allá de lo que él pensaba. Creía que solo fue un impulso del menor por calmar su llanto, pero no se nota arrepentido o avergonzado después de eso.


Después de comer, los chicos fueron a la habitación del anfitrión para avanzar con el proyecto.

Su cuarto era tal como Minho lo imaginaba, libros perfectamente ordenados en un estante viejo de madera, además de pequeñas macetas con diferentes plantas dándole vida al lugar.

– Me agrada tu casa – halagó el menor sentándose en la cama – es muy acogedora.

– Gracias, intento mantenerla así – respondió sentándose a su lado – Minho, no sé si quieras hablar al respecto, pero, bueno, hace rato, antes de que conocieras a mi tía...

– Sí, te besé y no me arrepiento – aseguró interrumpiendo al mayor – Bang Chan, he sido un idiota contigo.

– No digas eso – pide acercándose más, tomando la nuca del contrario para acercarlo a su rostro y dejando un corto beso en sus labios – me gustas mucho Min, eres hermoso.

El bajito se sonrojó y solo pudo juntar su frente con la del otro para hacerle entender que se siente igual que él. Las palabras sobran cuando se pueden sentir los sentimientos.

Y es que a pesar de que Minho siempre intentara alejarlo, algo dentro de él lo hacía llamar la atención. Era algo más allá de lo atractivo que él mayor es, son sus atenciones y su sonrisa, esa ternura y nobleza que emanan de él son cosas que lo cautivaban.

No me gustan los hombres, siempre se repetía para reprimir esos sentimientos, pero ya no podía pelear más, es verdad que aún tiene miedo.

Pero le gusta Bang Chan. Le gusta mucho.

– Me gustas también – por fin se atrevió a decir. –¿Quisieras, ya sabes, ser mi...?

– Aún no – respondió adivinando que le pediría – solo, hay que salir y ver si funcionamos, nada más conocemos una parte del otro, pero podemos averiguarlo juntos.

– Eso me gustaría mucho – respondió tomando la barbilla del otro y acercándole para darle otro beso, pero éste fue más profundo. Si bien no serían novios, al menos por ahora, no sabe cómo controlar la repentina adicción que tiene por los labios ajenos. Estaba algo inseguro al inicio y creyó que Minho lo alejaría, pero no lo hizo, sino que rodeo su cuello para unirse más, profundizando más el beso.

El raro de las flores - Minchan. ADAPTACIÓNWhere stories live. Discover now