Flores artificiales

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Ya terminadas las clases, Bang Chan buscó algunos libros en la biblioteca para obtener las referencias necesarias e iniciar el proyecto. Minho lo esperó en la salida de la escuela mientras revisa su teléfono y, al verlo empezó, a caminar siendo seguido por él mayor hasta el autobús escolar.

El bajito ni siquiera se molesta en asegurarse de ser seguido por su compañero, se sienta donde siempre y el de orejas grandes le hace compañía, pero no quiere que alguien lo vea con ese chico que le causa tanto conflicto. No sabe por qué le afectó verlo ahí solo. Por más que trata de convencerse que es por obtener una buena calificación, no lo logra. La verdad es que se sintió mal de que su acosador estuviera solo siendo que es tan amable.

Al llegar a su destino, él menor le hace una señal a Chan para que lo siga y salieron del vehículo para luego entrar a su casa.

– Tu casa es muy bonita – halaga dejando su mochila en el sillón – se ve que les gustan las flores.

– Sí, es algo de mamá – responde restándole importancia- son artificiales, créeme, se me secaría hasta un cactus ¿Quieres algo de tomar?

El más alto asiente sonriendo de una manera tierna, haciendo desaparecer parcialmente sus ojos.

Minho notó por primera vez las facciones tan bonitas que tiene el chico, no es que no le haya prestado atención antes pues nunca lo deja en paz.

Pero ahora fue, diferente.

– Minho ¿Estás bien? – le pregunta después de notar que el chico no hizo nada.

– Ah, claro ya vuelvo – dice nervioso y va por los vasos con la bebida.


Al regresar fueron a la mesa, Minho no quiso trabajar en su habitación argumentando que estaba desordenada y avanzaron lo más que pudieron con el proyecto. Al menor le sorprendió lo hábil que era el contrario con las letras. Trató de hacer el menor contacto visual con éste, pero el cada vez se le dificultaba más.

No me gustan los hombres, no me gustan los hombres, no me gustan los hombres; se repetía a sí mismo en su mente.

– Creo que avanzamos lo suficiente – dijo Chan alzando la mirada y el menor la bajó para no verlo – eres bueno en esto.

– En verdad debo agradarte mucho como para que pienses así – refutó con un gruñido – prácticamente hiciste todo.

– No me dejaste hacerlo, querías ayudar para comprender el tema, eso es admirable – halagó con una sonrisa que fue imposible de ignorar.

– Gra-gracias – respondió mirando a otro lado – ya es tarde, deberías irte, mi papá está arriba, le diré que nos lleve a tu casa.

– ¡No! – prácticamente gritó alarmando – es decir, no te preocupes, yo sé irme desde aquí.

– Bang Chan, ya es muy tarde – ignora el pedido del mayor y va hacia las escaleras para buscar a su padre – no tardo, ve guardando tus cosas y si cuando baje ya te fuiste, te haré pagar.

– Está bien – respondió avergonzado guardando sus cosas.


Después de un tiempo, Chan, Minho y su papá avanzan en el auto de la familia. El menor se extraña al escuchar la dirección, es algo alejada de donde el más alto, por lo general, toma el autobús escolar.

Al llegar, creyó comprender el porqué no quería que supiera su domicilio.

El vecindario se ve muy maltratado, al igual que su hogar. Apenas y hay una puerta de madera que separa su casa de la calle.

Los chicos van sentados en la parte trasera del vehículo. Al ver su entorno, Minho volteó a ver a Chan, que jugaba con sus manos.

– Gracias por traerme – dijo el más alto y abrió la puerta muy rápido.

El bajito se quedó estático por un momento, pero el sonido de la garganta de su padre aclarándose lo devolvió a la realidad, no quería que Chan pensara mal de él.

–¡Chan, espera! – gritó él menor y el nombrado se detuvo al momento.

– Yo, yo de verdad no quería que vieras esto – confesó sin voltear, mira al lado contrario del otro – si antes era poca cosa para ti, ahora más y...

– Solo quería decirte que mañana nos podemos ver en tu casa – interrumpió el más bajo, se siente mal por tratar horrible a ese chico por tanto tiempo.

– Tú ¿Quieres conocer mi casa? – preguntó volteando para ver a Minho, su rostro de sorpresa es muy evidente.

– Claro, pero mañana, así aprovechamos para avanzar el proyecto – respondió con una sonrisa.

– Me gustaría mucho, entonces, es mejor que te vayas, este lugar se pone algo peligroso en las noches.

– Claro Chan, entonces, te veo mañana – dice y se da la vuelta al auto de su padre que avanza al momento.

El más alto los ve alejarse y su sonrisa prácticamente abarca todo su rostro.


Ya en su habitación, Minho se echa en su cama para recapitular todo lo que sucedió ese día. Pudo conocer algo más del molesto Chan.

Y no era para nada molesto.

Es inteligente, tierno y con un gran carisma y sentido del humor, pero ahora puede entender algunas cosas que había pasado por alto antes.

Suele repetir mucho la ropa en la semana, además que no asiste a las excursiones y tampoco a ningún evento extraoficial del colegio.

Se mata estudiando y cree saber la razón, está becado, por lo tanto, tiene que esforzarse al doble para mantener altas sus calificaciones.

Después de varios minutos de meditación, se regañó a sí mismo por fijarse tanto en esos detalles. Conocía más a Chan de lo que recordaba.

O de lo que se negaba a admitir.

El raro de las flores - Minchan. ADAPTACIÓNWhere stories live. Discover now