Susurros de amor © [FINALIZADA]

Capítulo 24: La vie en rose

31 de octubre, 2018

Tac...

Tac...

Tac...

Ese sonido se reproduce como eco en mi subconsciente. Me remuevo en la cama con la intención de dejar de escucharlo e incluso me tapo la cara con una almohada, sin embargo, sigue y sigue, hasta creo escucharlo con más ímpetu. Trato de abrir un ojo, pero lo cierro al instante, porque deseo seguir durmiendo, tuve un día ajetreado. Aún inconsciente visualizo que Whisper abre sus ojitos, y después la boquita para maullar.

—Aurora —un susurro litigante alcanza mis oídos—Aurora...

Con la mano izquierda en el pecho, y la derecha libre, me persigno. ¿Qué demonios fue eso? ¿Acaso escuché mi nombre o estoy alucinando?, escaneo toda la habitación, no obstante, no encuentro algún objeto que haya estado sonando ni tampoco a alguien que me haya llamado. Con miedo en el cuerpo, vuelvo a persignarme.

Oh Diosito, nunca más mencionaré a Lucifer... Perdona a esta humilde servidora, que no hizo más que soñar con Harry Styles desnudo...

—Por favor despierta... —aquel susurro proviene de mi ventana.

Una piedra choca nuevamente contra el vidrio, y entonces me levanto muy molesta hacia allí. La abro, y observo a Dainan con una casaca café de polar y unos pantalones negros, observándome desde ahí abajo con una insuficiente y apaciguada sonrisa. Rodeé los ojos. Regresé con vergüenza al interior de mi habitación y me arrodillé con la vista al cielo juntando las palmas de mis manos.

Diosito, perdóname por confesarte ese sueño lujurioso, sé que no merezco tu perdón..., por eso prometo que no volveré a mirar videos de Harry antes de dormir, así que a él no lo castigues por favor y amén.

Me levanto y camino hacia la ventana, claramente enfurecida.

—¿¡Estás loco!? —en voz baja, grité—¡Por tu culpa le confesé mi sueño a Diosito!

—Ya te dije que ser loco no es un delito... —elevó una ceja—Y dime Aurora, ¿Diosito habrá perdonado que soñaras perversidades conmigo?

—No sé si me habrá perdonado... Y además ni soñé contigo...

Mis palabras hacen que arrugue sus cejas.

—¿Con quién...?

Lo corto de un tajo—¿Qué demonios quieres a esta hora? —observo la hora en el reloj de mi muñeca, que, por cierto, ahora ya no me lo quito ni para dormir, solo cuando quiera mojarme las manos o decida bañarme—Son las 12, Dainan, ¿es enserio?

—¿Y sabes qué día es? —meneo la cabeza, aunque sé bien qué día es hoy—Tu cumpleaños, pequeña tontuela.

¡Mataré a Bella por decirle de esta fecha!, ella es la única que pudo haberle dicho sobre mi cumpleaños. Cuando la vea le jalaré el cabello hasta dejarla completamente calva. Nunca entenderé por qué sigo pagando en esta vida todas las desgracias de mis antepasados. ¡Increíble...!