Capítulo 11

1K 178 8
                                    

"El frio estaba no solo en mi piel, sino en su corazón también"


Alguien me da un tirón del tobillo haciéndome caer fuera de la cama. Grito por el susto y el cambio de temperatura. También por la fuerte nalgada que mi trasero acaba de sufrir.

El olor del perfume de Yibo me sigue por toda la habitación.


—Te dije hace media hora que te bañaras y prepararas para dejarte en la universidad— Intento subirme otra vez a la cama pero él me vuelve a bajar. Pataleo como niño y al final me bajo de la cama y lo miro cansado.


—Tengo mucho sueño, y hace frio.—Me quejo. Yibo alza una ceja y me empuja al baño.


—Agradece entonces que hay calentador y que tienes abrigos en el armario, ahora muévete o te ducho yo mismo.— Me guiña un ojo.

Me saco la ropa mientras él se arregla la corbata. En cuanto abro la llave de agua, grito; escucho su risa ronca y luego la veo desaparecer.


—¡SERÁS CABRÓN!— Grito cuando mojo todo mi cuerpo sintiendo mis dientes chocar entre si debido a que el maldito acabó el agua caliente.

Salgo listo secándome por completo, pongo la ropa sucia en el cesto igual que la toalla. Me coloco mi ropa interior y luego mi crema de vainilla, cuando termino me pongo un pantalón azul y una sudadera negra.

Me coloco mi tenis para tomar mi cepillo y desenredar mi cabello húmedo. Tomo mi mochila y salgo de la habitación no sin antes colocarme perfume.

Bajo las escaleras dándole los buenos días a los guardias.


—Muchas gracias— Digo al tomar la tostada que me dio la mujer de la cocina. Salgo de la mansión viendo el cielo oscuro y las hojas moverse con fuerza. En cuanto doy un paso un auto se detiene enfrente de mí.

La ventana se baja dejando ver el rostro de Yibo, cuando me acerco al auto hace una mueca de desagrado.


—No entrarás a mi auto con eso.— Señala la tostada llena de chocolate. Miro el auto y luego a la mitad de mi tostada.

La verdad es que el auto si tiene pinta de ser caro, pero total...tiene dinero suficiente para comprarse más si se le antoja.

Meto como puedo la tostada a mi boca para entrar a su auto, sube el cristal y me coloco el cinturón. El mira mi boca con una mueca, yo simplemente intento meter todo sin ensuciar nada.

—Tan fino como una reina...— Arranca el auto, yo simplemente paso mi pulgar por mis labios para luego chuparlo.


—Pues así te gusté— Sonríe, al instante que lo hace es el momento en donde decido no hablar más.

Tomo mi teléfono buscando como distraerme, hasta que encuentro una noticia.


"Oficiales del FBI encuentran almacén lleno de drogas, dinero y armas. Creen que podría pertenecer al Mafioso chino..."

En cuanto leo esto último, él sonríe.


—Así que eres chino...— Asiente, sonrío. Al verlo tan relajado simplemente lo lleno de preguntas. — ¿No era tu almacén, verdad?

El Rey de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora