Capítulo 9

1K 185 15
                                    


"Todos tienen un límite, asegúrate de no sobrepasarte. "


La camioneta se detuvo y todos bajamos de ella, yo me abrigo con mis brazos mientras entramos a aquel lugar. Era bastante grande y luminoso, había cargamentos en todas partes y hombres en ella. Antes de pasar más a dentro alguien me sujeta del brazo, miro a Yibo y su agarre en mi mano.


— No vayas ahí. — muevo mi cabeza aún lado. El me da una mirada divertida seguido de eso se escucha un grito de dolor, asiento rápido buscando otro lugar en donde ir. — Ten, puedes ir a cualquier parte en realidad. Pero luego empiezas a pelearme y no quiero eso. — Me deja su saco en la cabeza para salir caminando hacia aquel ruido. Una vez desparece de mi campo de visión los gritos son cambiados por súplicas.


Me coloco su saco quedando totalmente caliente y embriagada con su perfume, camino hasta la habitación de al lado. Escucho varias risas por lo que entro suavemente, nadie nota mi presencia hasta muy tarde.

Veo como apuestan con todo, todos gritan cuando una chica tira sus cartas. Yo me quedo al lado de los dos guardias que nos trajeron que se ríen, yo sonrío cuando la chica le saca el dedo medio a todos y se lleva su dinero.

Cuando se voltea a verme se atraganta con el caramelo en su boca, todos me miran mientras que yo simplemente los veo igual a cada uno.


— ¿No planean seguir jugando? — Pregunto, la chica rasca su cabeza un poco.


—Uh, ¿No le dirás al señor?— Me burlo, con que todos estaban asustados.


— Estar aquí todo el tiempo debe ser aburrido, no le diré nada. Solo sigan jugando y divirtiéndose — sonrío un poco para salir, muevo mis brazos aburrido.


— Así que... Zhan. — miro a la chica que cuenta el dinero y lo mete a su bolsillo, juega con el caramelo mientras me escanea. — Soy Ziyi, me encargo de que todo llegue a salvo y que nadie nos robe. — Me da la mano, la tomo firme y mirándola a los ojos. Ella me da una sonrisa que me hace dudar un poco entre sí debo hablar con ella o no.


—Te diría mi nombre pero aparentemente ya lo sabes. Es una lástima que me entere del tuyo ahora, pareces alguien... interesante. — Ella me mira seria hasta que explota en risa.


— Tranquila fiera, estamos del mismo bando. Ya veo por qué le gustaste al idiota, aún que con todo lo que habla de ti. — Junto mis cejas, ella intenta hablar pero alguien aparece detrás de ella tomando sus hombros.


—Veo que ya se conocen. — Asiento lentamente mientras ella quita las manos de Yibo de sus hombros.


—Le contaba a Zhan lo mucho que hablabas de él, no sé si aún te enseña su cuarto pero cuando lo haga no salgas corriendo. — Se burla para salir a gritarle a unos hombres de que deben hacerle una entrega.


— ¿De qué hablaba?— El limpia su mejilla un poco llevándose la gota carmesí, yo simplemente lo veo.


— Nada que sea de tu importancia. — habla seco. Lo miro confundido, viendo como hace una seña y alguien va a la camioneta para encenderla, él entra tan siquiera sin verme. Lo sigo sin decir nada, me quitó su saco para dejárselo de mala manera. Ignoro la mirada que me da, busco en mi bolso mis audífonos y los conecto a mi teléfono. En cuanto lo hago, ignoro su existencia y el mal presentimiento que me dejo el comentario de Ziyi.


Recuerda que tu aceptaste esto Zhan. Debes soportarlo, salida ya no hay.


—No tengo hambre. — digo en cuanto el me intenta hablar, subo a mi habitación notando lo vacío que está.


— Que conste, que te lo intenté decir. — Habla, suelto un pequeño grito para darme la vuelta e ir a su habitación.

Dejo el bolso en la cama para poner los zapatos en su lugar, el me mira desde la puerta.


— ¿Me dirás lo que quiso decir Ziyi?— Pregunto. Él se acerca hasta donde mi con una sonrisa.


— ¿Qué me darás?— coloca sus manos en mi cintura, alzo mis manos dejando que sus dedos viajan al borde de la blusa. La alza un poco esperando una mueca o algo, pero lo único que gana es mi mano en su hombro.


— Tú me das respuestas y yo te doy lo que desees. — Sus labios se curvan en una sonrisa, sus manos se deshacen de mi blusa y pronto de mis pantalones. Veo como quita su camisa dejando a la vista su cuerpo tatuado, ahora es que puedo analizar cada uno de sus tatuajes. Para mí no tienen sentido alguno, pero supongo que para el sí.


Se sube a la cama llevándome con él, a comparación de aquella vez puedo decir que sigue sorprendiéndome cada vez más.


— ¿Por qué tienes cicatrices en la espalda?— Pregunta. Me tenso al instante viendo como espera una respuesta.


—No, no puedo hablar de eso. Lo siento. — Me levanto de la cama ignorando la sensación de sentir mis piernas temblar. Me encierro en el baño dejando la puerta cerrada. Me doy una ducha lenta rozando con mis dedos la cicatriz; el solo tocarla hace que deje de hacerlo.

Los recuerdos invaden mi mente y yo solo puedo aceptarlos sin derrumbarme.

El Rey de la MafiaWhere stories live. Discover now