━ 𝐋𝐗𝐗𝐗: No quiero perderle

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—¿Entonces qué es? —quiso saber La Imbatible.

La chiquilla volvió a suspirar, cayendo en la cuenta de que había hablado de más. No quería contarle a su progenitora lo mucho que Lagertha estaba malmetiendo en su relación con Ubbe porque estaba al tanto del vínculo que las unía, de lo importantes que eran la una para la otra. Y, sinceramente, no quería empeorar las cosas ni ser la causante de más divisiones. No ahora que debían estar más unidos que nunca.

—Tengo miedo de que... De que pueda dejar de interesarle en un futuro —confesó Drasil luego de unos segundos más de mutismo. Se había descruzado de brazos para poder entrelazar las manos sobre su regazo, con sus dedos jugueteando nerviosamente entre sí—. Me da miedo que encuentre en otra mujer lo que yo no pueda ofrecerle. Que se repita la historia de Ragnar y Lagertha. —Aquello último lo articuló con un hilo de voz y sin atreverse a restablecer el contacto visual con su madre, ya que se sentía algo cohibida.

Como ya venía siendo costumbre, había omitido el detalle de su conversación con la reina, quien había sido la que había implantado todas esas dudas e inseguridades en su corazón. Pero lo que había expuesto ahora era cierto: así era como se sentía, como alguien reemplazable de cara al futuro. Y aquello realmente la aterraba.

—Oh, mi dulce niña... —Kaia cubrió las manos de Drasil con las suyas propias, estrechándoselas después con cariño. Quería que supiera que tenía todo su apoyo, que podía contar con ella para lo que fuera—. Es la primera vez que sientes amor por un hombre, así que tus temores son perfectamente comprensibles —prosiguió, consiguiendo que su retoño volviera a mirarla a los ojos—. Pero en eso consiste vivir: en arriesgarse y aprender de los errores. —Le apartó de la frente un par de mechones de pelo y se los acomodó detrás de la oreja—. El amor no siempre es fácil. Puede ser doloroso, pero también hermoso... Y tú tienes la suerte de ser correspondida, de tener a alguien que está dispuesto a pasar el resto de su vida contigo.

Drasil tensó los labios, tratando de refrenar el temblor que se había apoderado de ellos. Las palabras de su progenitora la habían desestabilizado completamente, haciendo que se lo replanteara todo, que sintiese la imperiosa necesidad de ir a ver a Ubbe y resguardarse en el calor de sus brazos.

—Disfrutad de vuestro amor mientras podáis, porque el destino es cruel y caprichoso —volvió a hablar Kaia, cuyos rasgos faciales se habían empañado por una sombra de dolor. Aquello no le pasó desapercibido a la más joven, a quien no le costó deducir que estaba hablando desde su experiencia con su padre. Y es que los dioses se lo habían llevado demasiado pronto—. No permitas que nada ni nadie te condicione, porque luego, a la larga, te arrepentirás de todo aquello que no hiciste en su momento. Y en una guerra hay mucho que perder, cielo.

Algo dentro de Drasil se quebró ante ese último comentario. El vello de la cerviz se le erizó al tantear esa posibilidad, al ser consciente de lo mucho que podía perder en aquel conflicto civil.

Iba a desatarse una guerra en apenas unos días, una guerra a la que no sabía si iban a sobrevivir. Y ella estaba malgastando un tiempo precioso que bien podría estar compartiendo con el hombre del que estaba enamorada.

—N-No quiero perderle, pero...

—N-No quiero perderle, pero

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