Honor a quien honor merece

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El reloj de la sala anunció las once de la noche con once campanadas. Justo en ese momento Harry bajó los cubiertos dejándolos con cuidado sobre el plato extendido donde apenas quedaban rastros de la chuleta de cerdo que había comido. Ginny había terminado unos momentos antes y se limpiaba los labios con la servilleta de tela permaneciendo en completo silencio hasta que el eco de la última campanada se hubo extinguido.

El aleteo de una lechuza pronto fue perceptible, y entrando a la casa voló hasta ellos dejando caer sobre la mesa dos pergaminos sellados con la insignia de Hogwarts. Los dos los miraron lo que pareció ser un largo rato antes de que Ginny se aventurara a tomar el primero con total naturalidad, aunque Harry sentía cómo perdía el calor del cuerpo.

—Ya habíamos hablado de esto, Harry —dijo ella con una sonrisa —. Ninguna casa es mejor que otra.

—Lo sé... es solo que...

Su hijo mayor lo había inflamado de orgullo cuando fue asignado a la casa de los leones de Gryffindor, era bastante predecible según la opinión general porque todos los Potter habían estado ahí. Albus había sido colocado en Slytherin, y aunque hubo un gran revuelo, ya habían aprendido a vivir con ello, además, Harry estaba completamente convencido de que solo había una diferencia entre los Gryffindor y los Slytherin: los segundos eran más pragmáticos, lo que muchas veces se confundía con frialdad.

—Es de Harold —dijo Ginny, una vez que hubo roto el sello y empezaba a leer arqueando una ceja por la incredulidad de la noticia —. Ravenclaw — agregó en voz alta.

—No es por nada, pero no me la impresión de ser tan brillante —balbuceó Harry, pensando más en su tío y su primo, y en los absurdos límites de estupidez que habían podido alcanzar. Su esposa se encogió de hombros.

—Antes de volvernos sus tutores legales lo habíamos visto solo un par de veces, creo que no puedes juzgarlo por eso, además, ya demostró que su sangre Dursley no es tan fuerte.

—¿Ravenclaw? —volvió a preguntar Harry con incredulidad mientras tomaba el otro pergamino que debía de ser el de su hija. Con el mismo procedimiento ceremonial de romper el sello y desenrollar el papel, empezó encontrando el saludo protocolario de ese tipo de correspondencia, dirigido al Sr. Y Sra. Potter.

Cuando le llegó la notificación de James, fue cuando descubrió que el colegio informaba a los padres sobre la selección de casa, también sabía que enviaban un reporte sobre las calificaciones en cada periodo de exámenes. Inevitablemente se preguntó si los Dursley habían recibido también correspondencia de él, y si la habían quemado en la chimenea o la habían arrojado al triturador de basura.

Pasó a la elaborada introducción en la que se hablaba sobre la importancia de la selección de una casa y se enfatizaba en que no había ninguna mejor que otra, que solo tenían perfiles distintos que podían ayudarlos a explotar sus habilidades naturales...

... le informa que su hija, la Srta. Lily Luna Potter, ha sido seleccionada para pertenecer a la noble casa de...

—¡Hufflepuff!

—¿Hufflepuff?

—¡Hufflepuff!

—¿Qué tiene?

—¡No importa cómo lo plantees, ahí van los que ninguna otra casa quiso porque no tienen ningún talento especial!

—Tonks y Cedric estuvieron en Hufflepuff, también Hannah, la esposa de Neville.

Harry no dijo nada más, solo dejó de lado el pergamino y se apresuró a beber un poco de cerveza de mantequilla sin relajar la expresión de su rostro. Su esposa, sin embargo, se limitó a ponerse de pie para recoger los platos sucios que llevó a la cocina donde Kreacher ya empezaba a quejarse de todo en general, pero mostraba cierta necesidad de fregar platos mientras seguía son su habitual discurso.

Para aprender a perdonarWhere stories live. Discover now