2. Amado espacio de descanso

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Tyler

He bajado de peso; las ojeras por trabajar y estudiar y el apretado sueldo me obligan a hacer dieta. No le he dicho nada a Torrance porque no quiero andar de caridades, me puede más el orgullo.

Estoy en la universidad, es medio día y el dinero alcanza para comprar un paquete de galletas saladas. Por suerte no me encontré a Torr, los martes solemos ir a mi apartamento a almorzar, me ayuda con los gastos de la comida cuando se auto-invita a comer, pero hoy tiene un control prenatal; según iría con su madrastra. Apuesto que si me viera en este estado, no va a esa cita por obligarme a comer y hacer un mercado que de seguro pagará.

Dejando de lado el hecho que estoy con escasa comida en la alacena y nulo dinero en mi bolsillo, me dirijo a la biblioteca, mi santuario de medio día, donde puedo hacerme de una mesa alejada para dormir una corta siesta mientras espero las clases de la tarde. Me daría el lujo de ir a mi apartamento pero queda muy lejos, de aquí a que llegue allá a pie —porque sí, eso me toca en estos últimos días del mes—, me daría la tarde.

En la entrada de la biblioteca me recibe una chica a la que he visto estudiando aquí, que es voluntaria e igual que yo es becada. Me tira la onda, suelo evadirle o hacerme el desentendido cuando me halaga pues no es mi tipo.

La saludo con un parco hola; me sonríe y pregunta cómo ha ido mi día a lo que contesto con un bien, igual de seco, aunque sin dejar de sonreírle por cortesía. Le entrego mi carnet de estudiante y ella me da una llave de un casillero para que guarde mi bolso. Despidiéndome a duras penas me adentro a la biblioteca. No miro a nadie; con libros en mano para aparentar que iré a estudiar, voy al segundo piso, me meto por un pasillo laberíntico hasta llegar al rincón más alejado.

Estoy en una mesa encasillada entre dos libreros de piso a techo, con un ventanal que permite la entrada de luz natural. La mayoría de ventanas en el segundo piso tienen la misma distribución, separadas en secciones gracias a los libreros. Me gusta aquí porque queda muy alejado de todo, dándole un aire más tétrico al tratarse de la sección de novelas de terror, misterio y conspiración. Recuerdo que varias veces encontré a Ethan aquí, justo después de salir de un examen, según él, para desestresarse. Yo me quedaba durmiendo y él leyendo.

Como lo esperaba, el espacio a esta hora está desocupado, no hay ni un alma en cerca, si acaso una en pena porque oigo de vez el cuando un rechinido de la madera del piso. Rodeo el pequeño escritorio, dándole la espalda a la ventana, sentándome a mis anchas en una de las sillas libres, que para mi fortuna es cómoda con mi trasero. Me quito las gafas, dejándolas sobre la mesa, igual la sudadera para usarla de almohada, doblándola para darle el tamaño adecuado, colocándola sobre el cuaderno que traje. Corriendo el asiento y acomodando la cabeza de costado sobre la prenda, mirando a uno de los libreros, procedo a dormir.

El cansancio pesa en los ojos tan pronto los cierro, bostezo involuntariamente, tapándome la boca por reflejo. Por suerte el sueño cae tan bien que lo recibo gustoso.

—¿Así que a eso vienes todas las tardes acá? —Aquella voz, tranquila y a la vez reprochadora, me quitan de momento el sueño.

Elevando la cabeza a duras penas, observo al otro lado de la mesa a un tipo rubio, vestido con jean formal, camisa a cuadros negra y una chaqueta parda oscura. Sus azules orbes, inquisidores como de costumbre, no se separan de los míos, como si intentara leerme la mente. Ríe en arrogancia al instalarse la molestia en mi rostro, no es para menos si es un tipo desagradable el que viene a interrumpirme la siesta.

—Solo quiero dormir —declaro, irritado, reacomodando la cabeza en su anterior posición, intentando conciliar el sueño.

Oigo el arrastre de una silla, exasperándome por tenerlo sentado justo a mi derecha. Giro el rostro en dirección contraria a donde está para no verlo, rogando por dormirme de una buena vez. Sin embargo, no puedo, me inquieta saber por qué está aquí, quién sabe con qué razón. Trato de poner la mente en blanco, pensando en los deberes que me esperan en la tarde y la larga jornada de trabajo que me aguarda mañana y para mi fortuna consigo en algo adormilarme.

He aquí una jodida cuestión © [Spin-off #1]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang