Y llegaste tú © [Saga Tú: Libro 1] (Pronto En Papel)

Capítulo 3

~León~

No puedo apartar la vista de la chica que vocifera maldiciones y obscenidades mientras trata de cubrir su desnudez con lo primero que logra atrapar: la cortina de la ducha que, para su mala suerte, es transparente.

—¡Lárgate de aquí, pervertido! —grita y esta vez logra sacarme de la ensoñación.

Salgo despavorido cuando empieza a tirarme todo lo que encuentra: jabones, champú y acondicionador. Paso las manos por mis rizos, que están húmedos por el sudor, y siento que el corazón se saldrá de mi pecho en cualquier momento. ¿Quién es esa chica y qué hace aquí?

—Hijo, ¿qué es todo ese ruido? —grita mi padre desde la puerta y la ira, fusionada con frustración, me invade.

Me apresuro a ponerme los pantalones y una camiseta, que tomo de la cama, para luego salir a encontrar al único culpable de lo que está pasando.

Mi papá me observa con cara de confusión, sus ojos se posan sobre mí y los abre como si hubiese recordado algo.

—Ven conmigo.

Me agarra el brazo y me arrastra hacia su habitación.

—Hay una chica en mi cuarto —digo con la voz entrecortada por la molestia.

—Te lo iba a advertir, pero te fuiste deprisa. —Abro la boca en sorpresa ante su pobre excusa—. Ella es Gala, la hija de Amilca —explica de lo más tranquilo.

¿Cómo que la hija de...?

—¿No es una niña? —Niega—. Nunca mencionaste que tu hijastra era una adolescente de mi edad. —El pulso se me acelera por lo que significa esto—. Encima de eso vienen antes de lo previsto y la encuentro desnuda en mi baño.

—Creo que estás haciendo una tormenta en un vaso de agua, León. Sí, mala mía el no decirte que esa chica ya estaba en tu cuarto, pero lo de la llegada a destiempo fue una sorpresa para todos.

Bufo exasperado mientras camino por toda la habitación.

—No puedo creer que mi vida se haya arruinado de un día para otro —refunfuño para mí mismo, pero estoy seguro que me escuchó porque resopla con cansancio.

—Hijo, toma la ducha aquí. —Se acerca y me pone una mano en el hombro—. La cena está casi lista, ven para que te presente a la niña y haz el esfuerzo de llevarte bien con ella. Por favor.

Ruedo los ojos con fastidio, ¿llevarme bien con ella? Casi la mato con el auto, la vi desnuda y es la causante de que tenga que irme a dormir al maldito sótano desde esta noche.

Bonita bienvenida.

—¡No es una niña, papá! —grito mientras me halo el pelo con saña—. Esto es peor de lo que pensaba. ¿Sabes qué? Me iré a vivir a la universidad.